Los nombres de la Virgen
- On 6 de septiembre de 2024
Las advocaciones de la Virgen son los distintos nombres con los que conocemos a nuestra Madre, María. Pero, ¿de dónde vienen esos nombres? Algunos tienen detrás historias muy curiosas, ¡vamos a descubrirlas!
Nuestra Señora de la Salud (Velankanni – India)
Velankanni es un pequeño pueblo de India al que, cada año, peregrinan miles de católicos para rezar frente a Nuestra Señora de la Salud. Entre los milagros que se le atribuyen, se encuentra uno muy reciente: hace 18 años, hubo en la zona un maremoto muy fuerte. La Basílica, que en ese momento acogía a dos mil peregrinos, fue el único edificio del pueblo que quedó en pie, por lo que todos ellos se salvaron.
Virgen de la Encina (Ponferrada – España)
Seguro que adivinas que se llama así porque… ¡la imagen apareció dentro del tronco de este árbol! La ocultaron allí durante siglos para protegerla, y fueron los templarios quienes, mientras cortaban madera para construir el castillo de Ponferrada, encontraron a “La Morenica”, como se la conoce popularmente. En ese mismo lugar se le construyó un templo, convirtiéndose así en patrona de la ciudad.
Virgen de Caacupé (Caacupé – Paraguay)
Un indio guaraní del que solo conocemos su nombre, José, conoció a Jesús gracias a los misioneros franciscanos presentes en Paraguay. Estando en la selva, se encontró con indios de otra tribu, a los que consideraba muy peligrosos, y se escondió tras el tronco de un gran árbol. Prometió a la Virgen que tallaría su imagen con la madera de aquel tronco si salía de allí con vida y, tiempo después, agradecido a María, cumplió su promesa. Desde entonces, la Virgen ha salvado a la zona de inundaciones que parecían catastróficas, y el pueblo la conoce como Virgen de los Milagros de Caacupé.
Nuestra Señora de Luján (Luján, Buenos Aires – Argentina)
Para conocer la historia de la patrona de Argentina tenemos que irnos cuatro siglos atrás. La imagen de Nuestra Señora de Luján fue un encargo que un hombre rico hizo a un amigo de Brasil. Cuando la figura llegó al puerto de Buenos Aires, trataron de transportarla en una carreta tirada por bueyes pero, llegados a un punto llamado “Árbol solo”, a orillas del río Luján, los bueyes dejaron de andar. Les quitaron todo el peso que llevaban salvo la caja que contenía la imagen de la Virgen y, aún así, no se movieron. Solo cuando quitaron la imagen, los bueyes siguieron el camino. Ellos entendieron que María quería quedarse en ese lugar, y construyeron una Basílica para ella.
Originalmente publicado en el número 217 de la revista Gesto