“Los misioneros al servicio de la humanidad”
- On 16 de octubre de 2017
Este viernes 13 de octubre tenía lugar en el prestigioso Club Faro de la ciudad gallega de Vigo el coloquio “Los misioneros, al servicio de la humanidad”. Una conversación entre el misionero gallego Adolfo Zon, obispo de Alto Solimôes, en la Amazonia brasileña, y Alberto Cuevas, sacerdote, periodista y delegado de medios de la diócesis de Tuy-Vigo.
El Club Faro, creado en 1992 por el periódico Faro de Vigo, es sin duda uno de los foros de opinión y debate más prestigiosos de España. Por él han pasado desde premios Nobel y premios Príncipe de Asturias hasta importantes personalidades de la actualidad científica, cultural y política de España y del mundo. En la sala que acogió el acto – llena para la ocasión –, estaban presentes la directora del Club, Isabel Rodríguez, el obispo de la diócesis viguesa, Mons. Luis Quinteiro, el delegado de la Xunta en Vigo, Ignacio López Chaves, y el director nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP), Anastasio Gil. El coloquio se encuadra en la iniciativa de OMP El DOMUND al descubierto, que ha llevado la realidad del apasionante mundo de las misiones a la sociedad gallega durante esta primera quincena de octubre.
Alberto Cuevas presentó a Mons. Zon, un misionero gallego que ha dedicado su vida a los más desfavorecidos en la Amazonia brasileña. Respondiendo a las preguntas que le hacía Alberto, el obispo explicó la complejidad de su diócesis, Alto Solimôes. Ubicada al oeste del estado de Amazonas, en la frontera con Colombia y Perú, el 33% de sus habitantes son indígenas de doce etnias distintas. El 50% son católicos pero sólo hay 8 sacerdotes para atenderlos; y las siete parroquias que dan servicio a los más de 90.000 fieles, en realidad son cabeceras de un gran número de misiones, en un territorio que equivale a la extensión de cuatro Galicias y media.
El obispo, de la congregación de los Misioneros Javerianos, destacó los objetivos a los que quieren dar prioridad como diócesis: una Iglesia en estado de misión, una casa que acoja la iniciación a la vida cristiana, un ámbito de encuentro con la palabra y un deseo de hacer una comunidad de comunidades que esté al servicio de una vida plena para todos. De estas prioridades pastorales, se han centrado en el ámbito del encuentro con la Palabra de Dios, con una lectura orante para que la palabra sea rezada, vivida y celebrada.
Desde el punto de vista de la promoción social se han centrado en la educación, sobre todo dando importancia a la formación de profesores, y en la salud, intentando mejorar la calidad de vida de todos. En este campo, el misionero señaló tres grandes problemas, a los que hay que dar respuestas. El primero y terrible es el tráfico de personas, de drogas, de órganos y también de animales, todos muy relacionados. El segundo es una economía que olvida a los más necesitados, de carácter agresivamente comercial. Finalmente, un problema también terrible, el suicidio de adolescentes y jóvenes, por expectativas de vida que se hacen y no pueden alcanzar.
Es, por eso, que han desarrollado diversas estrategias para que el Evangelio se acerque a la realidad diaria de la población amazónica. Aunque el clero es muy limitado, hay un buen número de agentes de pastoral que buscan estar en medio del pueblo. Todo ello con la inculturación en el mundo indígena, la formación de líderes que sean sujetos eclesiales y, sobre todo, la formación de la ciudadanía para que asuman responsabilidades políticas. Han buscado también promocionar la agricultura y la ganadería sostenibles.
Son conscientes de que todos estos objetivos son difíciles de alcanzar, pero están haciendo todo lo posible por echar las redes, por el remar mar adentro del Evangelio, “Duc in altum”, conscientes de que no van a recoger lo que ahora siembran. Los frutos serán para los que vengan después. Saben, decía Mons. Adolfo Zon, que toda labor pastoral y evangelizadora no es otra cosa que amor que pasa por la cruz.