La “noche joven del DOMUND”
- On 7 de octubre de 2017
El Domund inunda la Coruña, con la luz de la misión, la música y el testimonio misionero
La noche joven del DOMUND iluminó a última hora de ayer La Coruña. En el gran salón de actos del colegio de los salesianos de la ciudad gallega tuvo lugar una celebración festivo-juvenil en la que cientos de jóvenes vivieron una experiencia única.
Irene y Julián, dos chicos de La Coruña, fueron los presentadores, guías y animadores de una velada a la que dieron un ritmo fresco y juvenil. El director nacional de las Obras Misionales Pontificias, Anastasio Gil, dio el saludo inicial y agradeció a los presentes el recibimiento caluroso a esta ventana a la misión que es el DOMUND. También agradeció a los Salesianos y a Pastoral Juvenil de la Archidiócesis de Santiago su ayuda y colaboración para celebrar esta “noche joven del DOMUND”.
Fue entonces el momento de presentar a dos misioneros gallegos, dos personas que han respondido al lema del DOMUND de este año – “Sé valiente, la misión te espera”. Mons. Julio Parrilla, obispo de Riobamba, en plenos Andes ecuatorianos, y Mons. Adolfo Zon, obispo de Alto Solimoês, en el Amazonas brasileño. Con un ritmo que mantuvo el interés de todos centrado en la misión, se alternaron las preguntas a los dos misioneros con canciones de Manu Escudero o el vídeo “Superhéroes”.
Las primeras preguntas a los misioneros giraron en torno a la valentía, al ser valientes. Sus respuestas dejaban claro que “ser valientes es algo más que sacar pecho, es asumir la responsabilidad y el valor de ser tú mismo, el valor de obedecer a Otro, con mayúsculas”. Después los interrogantes se centraron en la aparente contradicción de ser obispo y misionero. Respondieron que ser obispo es un servicio que te encomienda el Papa, presidir, unir y coordinar una comunidad cristiana. Les hablaron de que la labor del obispo es también un compromiso social. No hay fe si esta no se enraíza en lo social, porque Dios está en el corazón del hombre, pero también en el “corazón de las lechugas”, que dan de comer. A la pregunta de qué es ser misionero, en definitiva, la respuesta fue que es ver la realidad con los ojos de Dios. En la misión, confesó uno de ellos, he aprendido a contemplar y ver lo humano y lo cristiano que hay en cada persona, cada realidad, cada detalle. La gran riqueza de la misión de un obispo es lograr la unidad en la diversidad. Un desafío apasionante porque en sus diócesis, tan remotas y a la vez tan ricas, existen diversidad de etnias, de culturas, de vidas. Hay que conocerlas y amarlas, para poder hacer presente el Evangelio. Todo esto no lo puede hacer uno solo, aclaraban los misioneros, se necesita la fuerza de Dios y su cercanía que da fortaleza ante las dificultades, los disgustos y las tristezas.
Preguntas intercaladas siempre por la música de quien fue uno de los referentes de la noche, Manu Escudero, cuyas canciones hicieron vibrar a todos los presentes. Fueron las letras, la melodía y la coincidencia con lo escuchado de los misioneros. Sin duda alguna, la canción “Más, siempre más” con su mensaje “Puedes dar más de ti”, sí, más de ti; no quiero ser indiferente; no quiero vivir esta vida dejándola pasar; es momento de lanzarse”, hizo que los jóvenes unieran su voz, como una respuesta al “Sé valiente, la misión te espera”.
Finalmente, en el gran patio del colegio de los salesianos tuvo lugar una oración, preparada y dirigida por un grupo de jóvenes. En el suelo pintado un gran mapa mundi. Una línea roja lo rodeaba. Conforme avanzaba la oración jóvenes con velas iban cruzando la línea para llevar luz. Cada vela encendida era depositada en algún lugar de nuestra tierra, para llevar luz a las oscuridades de la guerra, el odio y la soledad. Unos momentos de unión con Dios que concluyeron con la oración del Padrenuestro, todos unidos, rodeando el “mundo” ya iluminado.