La Misión aquí y allí
- On 5 de octubre de 2017
“No hay fronteras en la Misión”. La labor evangelizadora de la Iglesia fue la protagonista ayer, en los actos de “El Domund al descubierto” en Galicia, de la mano de tres misioneros de Ourense.
En el Centro Cultural Marcos Valcárcel de la Diputación Provincial de Orense, tenía lugar ayer un panel de reflexión con tres protagonistas de la labor evangelizadora de la Iglesia en nuestra época. El tema: “Misión aquí, misión allí”. Tres orensanos, dos obispos misioneros – Mons. Julio Parrilla, obispo de Riobamba, Ecuador, y Mons. Adolfo Zon, obispo de Alto Solimôes, Brasil – y Luis Rodríguez Álvarez, párroco de San Pío X, en la misma ciudad de Orense, aportaron su visión sobre una realidad: no hay fronteras en la misión. Hoy el primer anuncio del Evangelio – la llamada misión ad gentes – se hace necesario en todos los ámbitos geográficos, culturales y sociales.
El auditorio se quedó pequeño para los más de 400 asistentes al acto. Se trata de la tercera actividad de El DOMUND al descubierto, que está recorriendo la geografía gallega hasta el próximo 13 de octubre, para visibilizar la labor evangelizadora y humanitaria que realiza la Iglesia a través de los misioneros.
El moderador, José Manuel Domínguez, profesor del Instituto Juan Pablo II, presentó a los intervinientes, recordando que todo cristiano está llamado a la misión, una misión que exige ser vivida con pasión.
El párroco de San Pío X habló sobre la misión “aquí” plasmándola en tres lugares evangélicos: Belén, Nazaret y Galilea. Según Luis Rodríguez, Belén nos recuerda que el encuentro, primer paso de la misión, ha de llevarse a cabo aquí y ahora y con estos, con los que están presentes. En Nazaret, un segundo momento, se vive la vida comunitaria, en la que hay escucha y hay aprendizaje. En Galilea se acoge a todos, se sale al encuentro de los excluidos y aprendemos a estar siempre escuchando el Evangelio. Por eso, para hacer la misión aquí hay que vivir un proceso de desaprender y aprender el Evangelio.
Adolfo Zon, Obispo de Alto Solimôes, Brasil desde su larga experiencia como misionero de la congregación de los javerianos, recordó que no hay dos misiones. No hay una misión de aquí y otra de allí. Y es que toda misión es de Dios. Son los retos del día a día los que marcan la misión allí. Obispo de Alto Solimôes, en plena región amazónica brasileña, explicaba que el primer reto de la Iglesia es que ha de estar en permanente estado de misión. Esto significa reconocer que Dios está presente allí y debemos darnos cuenta de su presencia. Por eso, un reto, unido a este anterior, es mejorar las condiciones humanas y sociales para que las personas puedan descubrir a Dios presente. Iniciar a la vida cristiana no es una cuestión de resultados sino que es ponerse en camino, de manera que todos nos hagamos sujetos de la evangelización.
Julio Parrilla, obispo de Riobamba, Ecuador, inició su intervención con la afirmación de que sin misión no hay Iglesia. Jesús envía a los suyos a salir a los caminos, a salir fuera. Esto quiere decir que la misión nace de una experiencia personal de Jesús y, a partir de esta experiencia, adquiere una dimensión pastoral y social, porque implica estar al lado de la gente, trabajar con ellos y para ellos. Explicó cómo la mitad de la población de su diócesis son indígenas quechuas, y que el 50% de ellos han dado el paso a las iglesias evangélicas.
La misión, añadió el misionero, es saber quién es el hombre que camina contigo, cuáles son sus afanes y alegrías, en la certeza que hemos de propiciar la salvación del hombre y de su realidad, que en el caso de Riobamba, es la tierra. Por eso, en su diócesis han hecho la opción de desarrollar un proyecto agro ecológico, que ha tenido mucho éxito.
Mons. José Leonardo Lemos, obispo de Orense, presente en el acto – al que también acudió el obispo emérito de Astorga, Mons. Camilo Lorenzo – dirigió las palabras de clausura, dando las gracias a los tres ponentes y a todos los misioneros de “aquí y de allí”, que con su ejemplo nos recuerdan la necesidad de ser misioneros a cada uno de nosotros.