José María Calderón, miembro del Consejo de Administración de la Domus Missionalis
- On 25 de febrero de 2022
La Santa Sede ha nombrado al director nacional de las Obras Misionales Pontificias en España, José María Calderón, miembro del Consejo de Administración de la Domus Missionalis (Casa Misional) que sostiene los colegios misioneros de Roma, donde viven 500 jóvenes de los territorios de misión.
El nombramiento será por un trienio, del 1 de marzo de 2022 al 28 de febrero de 2025 y con el mismo se reconoce la vinculación de España, a través de las Obras Misionales Pontificias, al sostenimiento y formación de las vocaciones locales de tantas Iglesias misioneras, gracias a la generosidad de los fieles con la campaña de Vocaciones Nativas.
“Domus Missionalis” fue creada por el Papa Benedicto XVI, y tiene como propósito acoger a todos aquellos jóvenes de territorios de misión – medio millar cada año -, que los obispos y superiores de congregaciones envían a Roma a formarse. Más que una “Domus” – una casa – hay que hablar de cuatro: el colegio de San Pedro Apóstol, el colegio de San Pablo Apóstol, la casa Pablo VI y el colegio Mater Ecclesiae. Las tres primeras “domus” están en Roma, la última, en Castelgandolfo. Poca gente sabe que la mayor parte del “Palacio del Papa” en esta localidad de las colinas cercanas a Roma, y que sirve de residencia estival de los Papas, está dedicada a acoger a más de 120 religiosas. Llegadas de todo el mundo, sobre todo de África, se forman para ser las futuras responsables de los centros misioneros, de los colegios y de sus propias congregaciones. Además de sacerdotes, religiosas y religiosos, en estos colegios – fieles imágenes de sus Iglesias de origen – también se acoge a catequistas, tan importantes en la evangelización y en la formación en la fe.
Muchas congregaciones tienen casas en Roma y muchas diócesis del mundo envían y financian la formación de algunos de sus sacerdotes en la Ciudad Eterna. Las diócesis de los territorios de misión, al igual que las congregaciones que se han suscitado en estos países, no tienen la posibilidad de dar apoyo económico a sus vocaciones para que se formen en las mejores universidades eclesiásticas del mundo, sitas casi todas en Roma. La Universidad Gregoriana, la Lateranense, el Angelicum o la misma Urbaniana, más volcada en las misiones, son sólo algunas. Pero también están los institutos especializados, como el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos o el Pontificio Instituto Bíblico.
Son las Obras Misionales Pontificias, gracias a la generosidad de los católicos de todo el mundo con las misiones, las que sostienen económicamente las “domus” e intentan que no les falte de nada. De esta manera, quienes son acogidos en ellas, pueden aprovechar al máximo y sin distracciones el tiempo y unos medios de formación, a los que no podrían acceder en sus países de origen. Es una oportunidad para cada uno de ellos de abrir su corazón a los horizontes de la Iglesia universal desde la misma Roma. Y esta universalidad será la que lleven de vuelta a sus países, cuando se conviertan en rectores de seminarios, profesores o responsables de tareas pastorales. Una universalidad que también se respira en el día a día. Cada colegio es un “planeta en miniatura”, con jóvenes llegados, sobre todo, de África y Asia y, en menor número, de América y Oceanía.