Misionero, una profesión de riesgo
- On 11 de enero de 2018
En el año 2017 han sido asesinados en todo el mundo 23 misioneros: 13 sacerdotes, 1 religioso, 1 religiosa, 8 laicos. La lista anual, elaborada cada año por Fides, la agencia de noticias de las Obras Misionales Pontificias, no hace referencia sólo a los misioneros “ad gentes” en sentido estricto. Registra también a todos los agentes pastorales fallecidos de forma violenta.
Por continentes, por octavo año consecutivo, el número más alto de asesinados se ha registrado en América, con 11 misioneros (8 sacerdotes, 1 religioso, 2 laicos); en África, 10 misioneros (4 sacerdotes, 1 religiosa, 5 laicos); en Asia han sido asesinados 2 misioneros (1 sacerdote, 1 laico). Desde el 2000 al 2016, según los datos recogidos por la agencia Fides, han sido asesinados en el mundo 424 misioneros, entre ellos 5 obispos.
Muchos misioneros han sido asesinados durante intentos de secuestro o robo, realizados con gran violencia, en contextos de pobreza económica y cultural, en los que la misma violencia y el desprecio por la vida son casi las normas de comportamiento. En todas las latitudes del mundo, los misioneros comparten la vida cotidiana de su gente, de la gente común.
Es muy larga la lista de trabajadores pastorales, o de simples católicos, agredidos, golpeados, robados, amenazados, al igual que el de las estructuras católicas al servicio de toda la población, atacadas o saqueadas. Además, a la lista oficial de Fides habría que añadir a lo muchos, de los que tal vez nunca se tenga noticia o se sepa su nombre, que en todos los rincones del planeta sufren y pagan con sus vidas su fe en Jesucristo.
Los asesinos de sacerdotes o religiosas en pocas ocasiones son identificados o condenados. De hecho, ha sido ejemplar la condena del instigador de la muerte del misionero español Vicente Cañas, torturado y asesinado en Brasil en 1987. En el primer juicio, celebrado en 2006, los acusados fueron absueltos por falta de pruebas; pero el nuevo juicio del 29 y 30 de noviembre de este año llevó a la condena del instigador.
Es preocupante el aumento de secuestros de religiosas, religiosos y sacerdotes. Algunos han acabado de modo trágico, otros con la liberación, otros con el silencio. De la misionera colombiana sor Gloria Cecilia Narvaez Argoty, secuestrada en Mali, se sabe que está viva, pero no hay más noticias. Tampoco se sabe nada de los sacerdotes Pierre Akilimali y Charles Kipasa, secuestrados en la República Democrática del Congo, y de los padres asuncionistas Jean-Pierre Ndulani, Anselme Wasikundi y Edmond Bamutute, secuestrados en el 2012.
Gracias a Dios han sido liberados el padre Tom Uzhunnalil, el salesiano secuestrado en Yemen, y el padre Teresito Soganub con varios de sus fieles, secuestrados en Filipinas. Como también fue liberado tras unos días el sacerdote italiano Maurizio Pallù, secuestrado en Nigeria. Y también han sido liberadas recientemente las seis religiosas secuestradas en noviembre en Nigeria.