EgiptoExpedita Pérez

“VIVIENDO EN MEDIO DE LOS REFUGIADOS ME HE SENTIDO CONTAGIADA POR LA ALEGRÍA CON LA QUE VIVEN, AUN EN MEDIO DE LAS DIFICULTADES”

Mi servicio durante los años que he sido misionera en Egipto ha sido sobre todo en el campo de la educación con los refugiados sudaneses. Digo sobre todo porque, al mismo tiempo, nos tenemos que preocupar de la salud y situación social de las familias de los niños si deseamos ayudarlos.

Como hermanas combonianas, colaboramos con nuestros hermanos combonianos en la administración de tres escuelas para los refugiados sudaneses, y algunos de otros países como Etiopía, Camerún o Nigeria. Cada año podemos ofrecer educación escolar a unos 1.300 niños y niñas, desde la guardería hasta el bachillerato. Son niños cristianos y musulmanes, y esta misma realidad la encontramos entre los maestros y maestras. Tanto ellos como el personal de limpieza y cocina son sudaneses, de manera que se ofrecen a los refugiados posibilidades de trabajo en un ambiente en el que sus opciones son muy pocas.

Cada año, además, se ayuda a algunos de los niños para poder operarse y corregir malformaciones óseas debidas a la falta de calcio en su alimentación.

Viviendo en medio de ellos me he sentido siempre contagiada por un deseo fuerte de vivir, por su mirada optimista y positiva, y por la alegría con la que viven, aún en medio de todas estas dificultades.