BURKINA FASO

Esta es la historia de Landry, un pequeño de Burkina Faso que, con solo 8 años, ya trabajaba en una mina de oro durante 12 horas diarias. Como en un gran número de ocasiones, la razón que llevó a este niño a trabajar fue la falta de dinero en su familia, que tenía una serie de cultivos que no daban lo suficiente como para sobrevivir.

Todo empeoró cuando Landry fue contratado por un lavador de oro, que extraía este metal del granito. En la mina, se dedicaba a romper los grandes bloques de granito con un martillo y sin ningún tipo de protección. Su única recompensa eran dos comidas al día.

Para evitar que pasara hambre por las mañanas, el jefe de la mina le daba cigarrillos y pastillas hechas a base de drogas, lo que dejó importantes secuelas en la salud de Landry. Un día, este pequeño recibió una paliza que le dejó gravemente herido.

Estando en el hospital, conoció al capellán, que decidió ponerse manos a la obra para sacarle de la situación de explotación infantil en la que se encontraba.

Gracias a la ayuda de Infancia Misionera, Landry pudo empezar a estudiar mecánica de motos. Hoy, su vida ha cambiado y, al final de su formación, le gustaría abrir su propio taller.