La diócesis de Santiago de Cabo Verde ha agradecido la ayuda enviada por la Obra Pontificia de la Infancia Misionera para ayudar a los niños de este pequeño país. Las diez islas de Cabo Verde, situadas en la costa occidental de África, tienen una superficie conjunta del tamaño de Mallorca, y una población de medio millón de habitantes. Aunque no sufre la pobreza extrema de muchos otros países de África, Cabo Verde tiene un grave problema de recursos naturales, casi todo viene de fuera, hasta el agua para beber. Sus recursos vienen de la agricultura, la pesca y el turismo.
El cardenal Arlindo Gomes, el obispo de Cabo Verde, solicitó un subsidio a Infancia Misionera para ayudar a los niños con dificultades para ir a la escuela, debido a la falta de recursos de sus padres. Incluso quienes sí pueden ir tienen problemas con el transporte, el material didáctico o la alimentación. Y es que la situación económica de las familias, sobre todo en el interior de la isla principal de Cabo Verde, la de Santiago, ha empeorado por la falta de lluvias que sufrieron el año pasado.
La ayuda enviada desde España, 7.200 euros, puede parecer poco para los estándares de vida de nuestro país, pero ha significado un alivio para los niños que asisten a cinco jardines de Infancia. Se ha ayudado a los de las Parroquias de São Salvador do Mundo y Santíssimo Nome de Jesús y al de las Hermanas del Sagrado Corazón de María, todos localizados en la isla de Santiago. En la isla de Fuego, donde la situación también es delicada por la falta de agua, se ha ayudado al de las Hermanas Reparadoras del Sagrado Corazón. Una pequeña parte de la suma enviada se ha destinado también a un niño albino, de una familia de pocos recursos, de manera que se puedan adquirir los medicamentos para la protección de su piel.
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