Tengo una vocación, tengo una misión

  • On 3 de noviembre de 2025

OMPRESS-ROMA (3-11-25) En la solemnidad de Todos los Santos, el Papa León XIV ha presidido la Santa Misa en la plaza de San Pedro con motivo del Jubileo del Mundo Educativo y ha proclamado Doctor de la Iglesia a San John Henry Newman, y Patrón, junto a Santo Tomás de Aquino, de la misión educativa de la Iglesia.

Nacido en Londres en 1801, John Henry Newman fue capellán anglicano en Oxford antes de su conversión al catolicismo. Entró en el Oratorio de San Felipe Neri y su primera misa fue en la capilla, que hoy lleva su nombre, en el Palacio de Propaganda Fide, del que dependía entonces, como territorio de misión, Inglaterra. Por la profundidad de su pensamiento espiritual y teológico, se le considera un inspirador de la relación entre fe y razón y de otros temas del concilio Vaticano II, como el valor de los laicos, el desafío educativo y el diálogo ecuménico. Fue el fundador en Inglaterra del Oratorio de San Felipe Neri. James Joyce lo consideraba el más grande de los escritores ingleses en prosa. En 1879, a la edad de 78 años, fue creado cardenal por León XIII. El cardenal Newman fue beatificado por Benedicto XVI en Birmingham el 19 de septiembre de 2010. El Papa Francisco lo canonizó el 13 de octubre de 2019.

Su lema fue “cor ad cor loquitur”, el corazón habla al corazón, e insistía en la idea de que Jesucristo ha asignado una misión específica a cada uno de nosotros, un “servicio concreto”, confiado de manera única a cada persona concreta: “Tengo mi misión, soy un eslabón en una cadena, un vínculo de unión entre personas. No me ha creado para la nada. Haré el bien, haré su trabajo; seré un ángel de paz, un predicador de la verdad en el lugar que me es propio… si lo hago, me mantendré en sus mandamientos y le serviré a Él en mis quehaceres”.

Como recordó el Papa Benedicto XVI el día de su beatificación, el cardenal Newman vivió con profundidad su ministerio sacerdotal “en su desvelo pastoral por el pueblo de Birmingham, durante los años dedicados al Oratorio que él mismo fundó, visitando a los enfermos y a los pobres, consolando al triste, o atendiendo a los encarcelados”. Su fama intelectual y de santidad se extendió en su país natal y más allá de sus fronteras. Miles y miles de personas le despidieron el día de su muerte, el 11 de agosto de 1890.

En su homilía de este pasado 1 de noviembre, el Papa León XIV expresó su alegría al “nombrarlo copatrono, junto con santo Tomás de Aquino, de todas las personas que forman parte del proceso educativo. La imponente estatura cultural y espiritual de Newman servirá de inspiración a las nuevas generaciones, con un corazón sediento de infinito, dispuestas a realizar, por medio de la investigación y del conocimiento, aquel viaje que, como decían los antiguos, nos hace pasar per aspera ad astra, es decir, a través de las dificultades, hasta las estrellas”. Pedía el Papa que “contemplemos y señalemos esas constelaciones que transmiten luz y orientación en nuestro presente oscurecido por tantas injusticias e incertidumbres. Por eso los animo a hacer de las escuelas, las universidades y toda realidad educativa, incluso informal y callejera, los umbrales de una civilización del diálogo y la paz”.

Recordaba que la vida se ilumina “cuando uno descubre en su interior esta verdad: Dios me ha llamado, tengo una vocación, tengo una misión, mi vida sirve para algo más grande que yo mismo. Cada criatura tiene un papel que desempeñar. La contribución que cada uno tiene para ofrecer es de un valor único, y la tarea de las comunidades educativas es alentar y valorar esa contribución. No lo olvidemos: en el centro de los itinerarios educativos no deben estar individuos abstractos, sino personas de carne y hueso, especialmente aquellas que parecen no producir, según los parámetros de una economía que excluye y mata. Estamos llamados a formar personas, para que brillen como estrellas en su plena dignidad”.

Comparte esta noticia en: