400 años de la llegada a China del “Confucio de Occidente”
- On 21 de mayo de 2025
OMPRESS-CHINA (21-05-25) La diócesis china de Fuzhou, capital de la provincia de Fujian, ha conmemorado los 400 años de la llegada del misionero jesuita Giulio Aleni a la ciudad, con un seminario de estudios sobre esta sugerente figura ligada a la llegada del Evangelio a las costas de China. Como informa la Agencia Fides, el obispo de la diócesis, Mons. Joseph Cai Bingrui, ha inaugurado también una estatua del misionero en la Catedral de Santo Domingo.
A este seminario, celebrado el 16 y 17 de mayo, han asistido estudiosos llegados de China continental, Hong Kong e Italia, para profundizar en el legado del padre Aleni, misionero, astrónomo, hombre de letras, geógrafo y matemático. Giulio Aleni nació en la provincia italiana de Brescia, Lombardía, en 1582. Ingresó en la Compañía de Jesús en 1610 y fue enviado a China, donde dedicó cuarenta años de su vida a anunciar a Cristo entre los chinos. En el cumplimiento de su misión, se dedicó también a la enseñanza de las matemáticas, que consideraba un instrumento útil para entrar en contacto con los altos círculos culturales de la sociedad china. Fue provincial de la provincia jesuita de Huanan (sur de China), y durante su misión construyó más de 20 iglesias y administró el sacramento del bautismo a 10.000 nuevos cristianos chinos. En 1649, para huir de los soldados de la corte Qing, se refugió en Yanping, donde murió en mayo. Su tumba se encuentra en el Monte de la Cruz de Fuzhou.
En su labor misionera, el padre Aleni recogió las ideas y prácticas seguidas por su hermano de congregación Matteo Ricci, y llegó a publicar una veintena de obras científicas, filosóficas, espirituales y doctrinales. Su obra “El verdadero origen de todas las cosas” (1628), dedicada a la cuestión de la Creación, obtuvo un amplio reconocimiento, con numerosas reimpresiones. También son de gran valor e interés los textos de las 325 conversaciones que mantuvo con literatos chinos.
En “La vida del Señor de los Cielos Encarnado” (1635) y “La vida ilustrada del Señor de los Cielos Encarnado” (1637), el misionero hacía numerosas referencias a la cultura china para facilitar la comprensión de los Evangelios. Se respondía de forma sistemática y clara a preguntas que planteaban los catecúmenos y conversos: ¿Por qué la Encarnación se produjo tan tarde en la historia? ¿Por qué Jesús no nació en China? Si Cristo es el Salvador de toda la humanidad, ¿por qué la fe cristiana llegó tan tarde a China? También escribió una vida de Jesús para niños en el formato tradicional de cuatro caracteres, un formato de frases o dichos en cuatro caracteres muy común en la literatura y el habla tradicionales.