El nuevo Papa, un regalo para toda la Iglesia

  • On 9 de mayo de 2025

OMPRESS-SEVILLA (9-05-25) Así lo considera quien trabajó con el Papa León XIV durante ocho años en Perú, donde el nuevo Papa ha pasado más de 20 años. Se trata del misionero sevillano Eduardo Martín Clemens, actual delegado de misiones de la archidiócesis de Sevilla y director diocesano de las Obras Misionales Pontificias.

Una de las tareas centrales del ministerio del padre Eduardo fue la de rector del Seminario Mayor de San Marcelo en la ciudad peruana de Trujillo. Allí trabajó durante ocho años con el entonces sacerdote agustino Robert Prevost. El misionero sevillano lo nombró jefe de estudios del seminario porque sabía muy bien lo formado que estaba y el ejemplo que como sacerdote podía ejercer para los seminaristas. Como recuerda el padre Eduardo, en el seminario había casi cien seminaristas internos provenientes de varias diócesis peruanas, a los que se sumaban los externos, en su mayoría religiosos, que vivían en las casas de sus órdenes y congregaciones, como los franciscanos, los agustinos y otras congregaciones religiosas, lo que elevaba el número a doscientos seminaristas.

“Estoy convencido de que el nuevo Papa es un regalo para toda la Iglesia”, afirma el padre Eduardo. “Se ve que el Espíritu Santo ha estado generoso. Es también un verdadero regalo para la misión, y también para las Obras Misionales Pontificias, y para las delegaciones diocesanas de misiones. El tiempo que pude compartir con él, en la misión en Perú, en el seminario mayor, pude comprobar que tenía el sentido práctico de Norteamérica junto al calor humano y el corazón abierto de Iberoamérica. De él aprendí sobre todo la inculturación porque es un hombre muy fiel a la tradición, muy respetuoso con todos y, a la vez, muy abierto a las reformas, sobre todo a las que conducen a la misión.

Como jefe de estudios, en el seminario y formador de los padres agustinos, pude aprender de él mucho y sobre todo el respeto y los puentes que tendía ante las dificultades. No era un hombre de consenso en el sentido político, sino de comunión y sentía la misión como cosa propia y suya. Se entregaba de tal manera con la misión que uno no sabía si era peruano o un misionero que había venido de fuera. Recuerdo un fin de semana recorriendo la ruta desde Trujillo a la prelatura entonces de Chulucanas, cómo iba haciendo suya toda la labor de los misioneros, apoyándola. Si se paraba en algún sitio para confesar, para atender a los jóvenes, era para apoyar y estar más cerca del misionero que estaba sufriendo más.

Si tuviera que destacar algo de él, diría que me fascinaba cómo hacía suyo todo lo nuevo sin romper en absoluto con nada. En la pastoral de conjunto tocaba todos los carismas, pero al mismo tiempo siempre estaba muy presente su profundidad agustiniana. Esto hacía que fuera consultor de obispos, porque sus conocimientos eran muy amplios en todo. El derecho canónico, por ejemplo, lo aplicaba a la vida de una manera muy pastoral, de tal manera que no te sentías encorsetado, sino liberado. Pienso que es el hombre que hoy necesitaba la Iglesia sobre todo para tender puentes, como él ha dicho, y para abrazar a todos con un solo corazón. Me encantó que citara en sus primeras palabras como Papa la frase de San Agustín – Con vosotros soy cristiano y para vosotros obispo– que le define”.

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