El Papa Francisco y su impulso a la misión
- On 22 de abril de 2025
OMPRESS-ROMA (22-04-25) El Papa Francisco ha hecho de la misión uno de los ejes de su pontificado. Sus viajes apostólicos, sus catequesis y sus intervenciones han dejado siempre claro que “la Iglesia está en misión en el mundo”, porque “la fe en Jesucristo nos da la dimensión justa de todas las cosas haciéndonos ver el mundo con los ojos y el corazón de Dios”.
El 17 de mayo de 2013, dos meses después de su elección, recibía a los directores nacionales de las Obras Misionales Pontificias, reunidos en Roma con motivo de su Asamblea General. Tras expresarles su cariño porque hacían que estuviera “viva la actividad de evangelización”, les decía algo que repetiría en innumerables ocasiones: que esa actividad de evangelización era “paradigma de toda obra de la Iglesia. La misionariedad es paradigma de toda obra de la Iglesia”. Una idea que expondría unos meses después, en noviembre de 2013, en la exhortación apostólica “Evangelii gaudium”, verdadero programa de lo que han sido sus doce años al frente de la nave de Pedro.
Ha recordado además que la oración es el “alma de la misión”. No dejaba de insistir que la oración tenía “un papel fundamental en la vida misionera, para dejarnos reconfortar y fortalecer por Él, fuente divina e inextinguible de nuevas energías y de la alegría de compartir la vida de Cristo con los demás”. Como decía en un vídeo mensaje de presentación de las Obras Misionales Pontificias: “La oración es la primera ‘obra misional’ –¡la primera!– que todo cristiano puede y debe hacer, y es también la más eficaz, aunque esto no se pueda medir”.
En 2019 impulsó el Mes Misionero Extraordinario con el lema “Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo”, dejando claro que el mandato misionero está dirigido a todo cristiano desde su bautismo: “Es un mandato que nos toca de cerca: yo soy siempre una misión; tú eres siempre una misión; todo bautizado y bautizada es una misión. Quien ama se pone en movimiento, sale de sí mismo, es atraído y atrae, se da al otro y teje relaciones que generan vida. Para el amor de Dios nadie es inútil e insignificante”. Los mensajes del Domingo Mundial de las Misiones, año tras año, han insistido en esta responsabilidad universal de todo bautizado en la misión. Desde la necesidad de “animar y profundizar la conciencia misionera de cada bautizado y de cada comunidad”, del primer mensaje de 2013, hasta recordar “la vocación universal de los bautizados a ser, con la fuerza del Espíritu Santo y el compromiso cotidiano, entre los pueblos, misioneros de esa inmensa esperanza que nos concede Jesús, el Señor”, en el mensaje que preparó y envió para el Domund del próximo octubre.
Son 26 las nuevas diócesis de misión que creó y que conforman los 1.131 territorios de misión o iglesias jóvenes, como a él le gustaba llamarlas. Son las iglesias sobre las que se vuelca con sus desvelos y ayudas toda la Iglesia universal, a través de la Santa Sede. El Papa Francisco no dudó en asumir esta responsabilidad, además de como Pontífice, como “prefecto” del Dicasterio para la Evangelización –cuya dirección se reservó para sí en la constitución apostólica “Praedicate Evangelium” sobre la Curia Romana–.
Luego están sus muchos viajes. El Papa Francisco no era un viajero por vocación como lo había sido Juan Pablo II. Aún así, él mismo fue un ejemplo de la “Iglesia en salida misionera” de la que tanto hablaba. El pontífice “venido de los confines de la tierra” aceptó salir al mundo sobre todo con dirección a lugares donde había conflictos – como en Myanmar, Sarajevo, la República Democrática del Congo o Sudán del Sur– o había necesidad de llevar consuelo a las víctimas – como en Filipinas después de un huracán– o dar voz a sus tragedias –como en la isla de Lesbos o en la frontera de México y Estados Unidos. En el viaje del año pasado a Papúa Nueva Guinea fue hermoso escucharle, feliz, decir: “Estoy contento de encontrarme en esta tierra maravillosa, tierra joven y misionera”. “Nuestra misión”, señaló en aquel viaje que realizó el pasado septiembre “es precisamente esta: difundir por doquier, mediante el amor de Dios y de nuestros hermanos, la belleza del Evangelio de Cristo”.