Los pequeños y los últimos, vistos por un misionero

  • On 16 de abril de 2025

OMPRESS-CHAD (16-04-25) La Pasión de Cristo continúa… reflexiona el misionero Antonio Serrano desde su misión en Chad, al encontrarse con la dura situación de una madre que tiene que sacar adelante a sus hijos sin ninguna ayuda, o ante una escuela con 600 alumnos y sin profesores, o ante un chico de pocos años que construye su casa.

Vive en una comunidad en la que son tres misioneros javerianos. Intentan llegar como pueden a los 72 pueblos que cubren las dos parroquias de la misión. Entre los dos pueblos más alejados hay casi 80 kilómetros, por lo que atienden una zona de unos 250 kilómetros cuadrados. Su día a día es fijar una reunión en un pueblo, tratar con los catequistas, visitar a los enfermos. Y tener reuniones para construir escuelas, porque sin educación nada saldrá adelante. Así que buscan un terreno, intentan arreglar el papeleo legal para que la escuela sea reconocida por el Estado, etc…

Antonio Serrano describe una visita a una escuela, una que los misioneros quieren mejorar: “Los niños entran a las 7:00h de la mañana y allí estaban, en el aula y sin ningún maestro dando clase. De los siete maestros, tres son mujeres, pero una tenía permiso de ausencia ese día y las otras dos estaban en el patio (una ha dado a luz recientemente y amamantaba a su bebé). El director apareció a las 8:00h y llamó a los maestros que faltaban, que aparecieron uno a las 8:30h y el otro hacia las 9:00h, mientras que el tercero cuando me fui todavía no había aparecido. Total, dos horas de clase perdidas, y en todo ese tiempo los 621 alumnos tranquilos en sus aulas, hablando pero sin provocar ningún barullo”.

También recuerda a un chico, de unos 13 años: “El chaval se está haciendo solo su choza. Ya tiene la madera y la hierba para el techo. Vive con su padre, casi ciego, su tía, muy mayor, y su hermana discapacitada, sordomuda y con parálisis parcial”. Pero el chico no parece desanimarse y afronta la vida con optimismo.

“Dando vueltas para visitar a algunas viudas me estoy encontrando con casos dramáticos como el de Claire”, relata el misionero. “Su marido se fue a Camerún hace 14 años dejándola con tres hijos y su suegra ciega y, desde entonces, no se sabe nada de él. Sus cuñados le han negado el acceso a los campos a pesar de que cuida de su madre y aunque, según la tradición, el jefe del pueblo tendría que concederle un terreno no lo ha hecho, posiblemente porque no es viuda… La pasión de Jesús continúa”.

Este Martes Santo se tuvo “la formación de monaguillos para preparar la Pascua. Tres de ellos, menores de edad, se pegaron a pie 24 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta”. Ante esto reconoce que sí, que como misionero está allí por su vocación religiosa, por la llamada de Dios, pero también porque ve la generosidad de tantos, las ganas de salir adelante de quienes parecen no tener nada y el cariño y gratitud por lo mucho o poco que intenta ofrecerles.

Comparte esta noticia en: