Las intenciones de Misa, una larga tradición que la Iglesia quiere cuidar

  • On 15 de abril de 2025

OMPRESS-ROMA (15-04-25) En un decreto aprobado por el Papa Francisco el Domingo de Ramos, el Dicasterio para el Clero de la Santa Sede ha promulgado una revisión de las normas que rigen la disciplina de las intenciones de Misa. Son los estipendios que ha de tener en cuenta, si es posible, a los territorios de misión.

La legislación actualizada, que entra en vigor el Domingo de Pascua, 20 de abril, busca salvaguardar tanto la integridad espiritual del sacrificio eucarístico como la confianza de los fieles en la gestión que la Iglesia hace de sus ofrendas. Basándose en el derecho canónico vigente y en un decreto precedente, Mos iugiter de 1991, las nuevas normas enfatizan que, si bien los fieles pueden seguir ofreciendo estipendios para las Misas que se celebren según intenciones específicas, esta sagrada tradición debe mantenerse libre de cualquier atisbo de intercambio comercial. Se reafirma el valor de dichas ofrendas como forma de participación espiritual y apoyo a la misión de la Iglesia.

“La costumbre secular y la disciplina de la Iglesia insisten en que cada ofrenda individual corresponda a la aplicación distinta, por parte del sacerdote, de una Misa celebrada por ella” señala el texto. El decreto permite, no obstante, las “intenciones colectivas”, la práctica por la que se unen múltiples ofrendas en una sola Misa, en donde falten sacerdotes y solo bajo unas condiciones muy estrictas: los donantes deben ser informados explícitamente y deben dar su consentimiento. Es decir no se pueden acumular intenciones sin el asentimiento de quienes las propusieron. Dicho asentimiento nunca podrá presumirse: “En ausencia de consentimiento explícito, siempre se presume que este no fue otorgado”. Además se prohíbe cualquier sustitución de las Misas prometidas por simples menciones durante las liturgias, catalogando estas prácticas como gravemente ilícitas.

“La disciplina de la Iglesia en esta materia”, señala el decreto, “incluso haciendo abstracción de discusiones de carácter puramente teológico, está claramente inspirada en dos órdenes de consideraciones: la justicia hacia los oferentes, es decir, el cumplimiento de la palabra dada a los oferentes, y el deber de evitar incluso la mera apariencia de ‘comercio’ en las cosas sagradas”.

El decreto solicita la vigilancia de los obispos, quienes tienen la tarea de catequizar a los fieles, supervisar la implementación y garantizar el registro preciso de las intenciones y las ofrendas. La preocupación pastoral sigue siendo fundamental. Se anima a los sacerdotes a celebrar misas por los pobres, incluso sin ofrendas. Se busca, en definitiva, renovar la fidelidad a la larga tradición de la Iglesia, proteger la dignidad de la Eucaristía y promover una mayor transparencia y confianza en el Pueblo de Dios. Además el obispo debe “promover la apreciable costumbre de transferir las intenciones de las Misas excedentes con las correspondientes ofrendas a los países de misión”.

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