Sacerdotes misioneros españoles en Hispanoamérica
- On 28 de febrero de 2025
OMPRESS-MADRID (28-02-25) El Día de Hispanoamérica, organizado por la Comisión de Misiones y Cooperación con las Iglesias de la Conferencia Episcopal Española, busca poner en valor la presencia de la Iglesia en América y su labor en el desarrollo de los pueblos americanos hasta ser “historias de esperanza”. En este día se pide la colaboración económica para apoyar a los sacerdotes de la OCSHA, la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana.
En la actualidad son 138, repartidos por 18 países de América, incluido Estados Unidos. El país con más misioneros de la OCSHA es Perú, con 43. Y la diócesis que más envía de estos misioneros es Toledo, que tiene 27. Desempeñan encargos pastorales de toda índole: parroquias, colegios, seminarios, hospitales…, también hay obispos, que marcharon como sacerdotes a alguno de esos países y la Iglesia les pidió asumir la responsabilidad pastoral de algún vicariato o diócesis.
Fue el 4 de junio de 1949 cuando la Junta de los Metropolitanos de España, antecedente de la Conferencia Episcopal, creaba la OCSHA. Tenía como propósito paliar la escasez de sacerdotes que sufrían una gran parte de las diócesis de Hispanoamérica. Los sacerdotes de la OCSHA mantendrían su vinculación a su diócesis de origen, la Iglesia que los había enviado, mientras desarrollaban su labor misionera en la Iglesia de acogida. Como sacerdotes Fidei Donum –según la expresión consagrada por Pío XII en la encíclica Fidei Donum de 1957–, hacían que la iniciativa misional partiese también de las diócesis y no en exclusiva de las órdenes y congregaciones religiosas, haciendo de la misión un esfuerzo universal de la Iglesia.
En este vídeo, misioneros de la Obra de Cooperación Hispanoamericana (OCSHA) explican la misma realidad. Jaume Benaloy, desde Chimbote en Perú, explica que él ha conocido comunidades “a las que hacía 15-20 años que no llegaba un sacerdote”. Desde Picota, en el mismo país andino, al misionero cordobés Jesús Granados le duele que haya comunidades a las que no pueden ir todas las semanas, sino como mucho cada seis meses. Además de que no celebran la Eucaristía, esta ausencia significa “sacramentos del bautismo sin celebrar, gente sin confesar, unciones de enfermos sin dar… si no lo ves desde Dios es tan aplastante que te robaría la alegría, de lo doloroso que es”.