Un misionero malagueño, patrono del Jubileo en Ciudad Bolívar
- On 31 de enero de 2025
OMPRESS-VENEZUELA (31-01-25) Salvador Gámez Portillo, un misionero nacido en Málaga, fallecía el año 2020, tras cincuenta años de servicio en la archidiócesis de Ciudad Bolívar, Venezuela. Allí llevo a cabo una extensa labor misionera, estableciendo comunidades y construyendo nuevas parroquias en un inmenso territorio.
La Delegación de Misiones de Málaga comparte la comunicación, desde Ciudad Bolívar, del también sacerdote misionero Juan Manuel Barreiro, que conoció al padre Gámez: “el día 25, fiesta de la conversión de Saulo de Tarso en el cristiano san Pablo, tuvimos la inauguración del año jubilar en todo el territorio de la arquidiócesis. Fue precioso, hicimos una estación desde una capilla cercana a la Catedral, y era un río de gente que, realmente, sorprendió. El arzobispo, que ya había distribuido la arquidiócesis por zonas pastorales para una atención más directa y adecuada, ha aprovechado este Año Santo para dedicar cada una de ellas a un patrono. Para sorpresa, que a mí me hizo vibrar y me emocioné, la zona pastoral cinco, de El Guri, Ciudad Piar y La Paragua, han sido ‘encomendadas’ al patronazgo del P. Salvador Gámez Portillo, misionero malagueño natural de Almáchar, ya fallecido. Allí atendió el padre Salvador pastoralmente desde que llegó a Venezuela, sobre el año 1969, me parece, hasta que falleció, unos tres años antes que el padre Manolo Lozano. El arzobispo ha dicho que los restos se trasladen allí a la parroquia que él fundó en el Guri, donde últimamente vivía y que la denominó Cristo, luz de los pueblos. Así que ahora están ahí ya descansando sus restos mortales en el presbiterio de esa parroquia que él construyó”.
El misionero cuenta que “Fue muy emotivo. En el decreto el arzobispo Mons. Ulises Gutiérrez Reyes dice, entre otras cosas, que el padre Salvador Gámez Portillo, que tenía una sensibilidad misionera increíble, estaba solo en esa zona, kilómetros y kilómetros y kilómetros, que atendía por motu propio, yendo a Ciudad Piar desde el Guri, luego a San Francisco, a Santa Cruz, a La Paragua; que construyó numerosas capillas y templos en toda la zona”.
Recuerda este misionero que el propio Salvador Gámez le contaba “que cuando era un niñito y estaba en la escuela de primaria, la maestra un día preguntó a los alumnos: ‘cuando seas mayor, ¿qué quieres ser?’. Pues uno decía que si maestro, que ingeniero, que policía, que militar, lo que fuera. Salvador dijo: ‘yo quiero ser misionero’. Tenía unos 10 años y todos los compañeritos se rieron de él. Pero bueno, Dios le concedió ese don de verdad y lo puso a valer hasta el extremo. Este patronazgo es una cosa más que nos afirma en esta hermandad bonita y eclesial, fraterna, entre la diócesis de Málaga y la arquidiócesis de Ciudad Bolívar”.
Salvador Gámez Portillo nació el 17 de febrero de 1931 en Almáchar, Málaga. A la edad de 11 años ingresó en el Seminario Diocesano de Santo Tomás y San Sebastián, de la diócesis malagueña, construido dos décadas antes por el obispo San Manuel González García. En él caló fuerte la espiritualidad eucarística, catequética y evangelizadora del obispo santo, y sus célebres frases: “ser evangelios vivos con pies de cura”, “amar a la Iglesia, de balde y con todo lo suyo”. El 12 de junio de 1954, fue ordenado sacerdote en la catedral de Málaga por Mons. Ángel Herrera Oria, actualmente en proceso de beatificación. Su labor sacerdotal durante 15 años le hizo recorrer la Málaga rural, pasando por Sedella, Salares, Coín, Guaro, Competa, Canillas de Albaida y Corumbela. Fue en 1969 cuando partiría a la misión, con destino a Venezuela, junto a otros dos sacerdotes malagueños. Su destino fue Guri, en el Estado Bolívar. Su labor misionera fue variada y compleja: levantar nuevas comunidades cristianas, construir templos adecuados y casas parroquiales y atender a los fieles en una extensión de miles de kilómetros cuadrados. Su actividad tenía como puntos centrales la población de Guri, surgida hacía poco por la construcción de una gran presa y central hidroeléctrica, una de las más grandes del mundo; Ciudad Piar, con minas de hierro; La Paragua, un pueblo histórico con comunidades indígenas perteneciente al Vicariato Apostólico del Caroní que, por falta de vocaciones, atiende la arquidiócesis de Ciudad Bolívar; y algunas otras como San Francisco de la Paragua, San José de Tocumita, Santa Rosa, Santa Bárbara de Centurión, El Pao de la Fortuna…
En los primeros años de su vida misionera, además de atender la zona ya indicada, también colaboró con algunos compañeros en la incipiente metrópoli de Puerto Ordaz, e incluso construyó varios templos en algunos barrios marginales de la población de San Félix, que se convirtieron posteriormente en grandes y nuevas parroquias, dependientes hoy de la diócesis de Ciudad Guayana. Le tocó vivir las graves inundaciones que se vivieron en la zona en 1999 y los problemas sociales, políticos y de pobreza de estos últimos años.
Llevó a cabo toda esta labor muy unido a su diócesis de Málaga, de donde recibía oración, apoyo y colaboradores que llegaban a la misión en Venezuela. Tras cincuenta años en la misión falleció el 6 de abril de 2020, en Ciudad Bolívar.