Un joven matrimonio misionero en Timor Este: la misión nos transforma
- On 15 de enero de 2025
OMPRESS-TIMOR ESTE (15-01-25) Julie, 23 años, y Thomas, 24 años, son un joven matrimonio misionero francés que ha pasado un año en Timor Este. Tras casarse, a través de la Misiones Extranjeras de París, optaron por vivir su “luna de miel” en la misión. En este testimonio cuentan lo que ha sido este año de misión.
“Comenzamos nuestro viaje de camino a una pequeña isla perdida en el sur del archipiélago de Indonesia, no muy lejos de Australia. La parte oriental de esta isla, con una superficie equivalente aproximadamente a la mitad del tamaño de Bélgica, se llama Timor. Desde la ventanilla de nuestro avión podemos ver el contorno de un magnífico paisaje: montañas verdes rodeadas de agua turquesa. Qué alegría poder por fin hacer realidad nuestro sueño de vivir una misión de voluntariado.
Pero antes de continuar, convienen poner el contexto. Después de 400 años de ocupación portuguesa, los indonesios invadieron esta parte de la isla que aún no les pertenecía. Fue, pues, en 1975 cuando los timorenses vieron desembarcar en sus costas buques de guerra y soldados con armas de fuego. Luego, el gobierno indonesio instauró un régimen de terror. Para dar algunas cifras, alrededor del 30% de la población fue asesinada durante los 25 años de ocupación indonesia. No fue hasta 2002, después de la intervención de la ONU, que tuvo lugar un referéndum y Timor finalmente se convirtió en un país independiente. Hoy en día es uno de los países más pobres de Asia y todavía está en plena construcción, es una verdadera tierra de misión.
Así, contra toda expectativa, nos encontramos al otro lado del mundo, en el segundo país, después del Vaticano, más católico del mundo (alrededor del 98%). Allí están presentes muchas comunidades religiosas y, por nuestra parte, fueron los jesuitas quienes acogieron a nuestra joven pareja. ¿Pero quiénes somos? Julie (23 años), terapeuta ocupacional, y Thomas (24 años), ingeniero mecánico. Después de casarnos, nos fuimos con las Misiones Extranjeras de París a vivir una misión como profesores en una universidad jesuita. Debes estar pensando, ¡un año en una isla paradisíaca debe haber sido una luna de miel inolvidable! Y efectivamente, la naturaleza terrestre y marina del país es extraordinaria, pero no es eso lo que más nos conmovió.
Las sonrisas de los niños, la vida comunitaria y la ayuda mutua en cada pueblo, la alegría de servir a nuestros estudiantes, pero también el sentido de acogida, el sentido de celebración, la fe profunda de los timorenses, nos han enriquecido muchísimo. Junto a ellos aprendimos a vivir con sencillez, aprendimos a tener paciencia y también a bailar y cantar en todas las ocasiones. Bodas, cumpleaños, fiestas católicas, graduaciones, salidas con estudiantes, primera misa de un joven sacerdote, fin de curso, fiesta del santo patrón de la universidad… para ellos todo es una oportunidad para que la comunidad se reúna, baile, cante y se coma unidos. Venidos de un mundo occidental donde todo es muy rápido, muy estandarizado, muy compartimentado, hemos descubierto una sociedad donde la sencillez y la acogida siempre tienen un lugar importante.
Nos fuimos con una mezcla de tristeza por dejar este país y alegría por encontrar a nuestros seres queridos en Francia. ¡Esta misión, sin duda, nos ha transformado!”.