El “programa” original de la ayuda a las Vocaciones Nativas, en español

  • On 25 de noviembre de 2024

OMPRESS-ROMA (25-11-24). Por fin están accesibles por Internet para todos los hispanohablantes dos textos esenciales para comprender el carisma de la Obra de San Pedro Apóstol. Se trata de las intervenciones de Juana Bigard, la laica misionera que fundó esta Obra Pontificia, en dos importantes congresos marianos y eucarísticos. Se recogen así sus palabras en el Congreso Mariano de Friburgo, Suiza, en agosto de 1902, y en el Congreso Eucarístico de Namur, Bélgica, celebrado poco después, en septiembre de ese mismo año. Son dos informes en los que esta laica francesa, en cuanto fundadora —junto con su madre, Estefanía Cottin de Bigard— y directora de la Obra, expone el origen y sentido de esta, así como sus logros. “Logros” que eran entonces, y siguen siendo hoy, las becas de estudio ofrecidas para hacer posible que decenas de jóvenes de la misión llegaran a convertirse en sacerdotes.

El Secretariado Internacional de la Obra de San Pedro Apóstol, al frente del cual se encuentra el sacerdote beninés P. Guy Bognon, PSS, ha incorporado a la página web de OMP mundial la traducción al español de estos textos programáticos. Y, como para que no quede duda de su importancia, lo ha hecho dentro del apartado correspondiente a los Documentos Oficiales.

En el Congreso de Friburgo, Juana Bigard, explica entre otras cosas el vínculo existente entre las colaboradoras de la Obra —al principio, solo mujeres, en una muestra más del “genio femenino” del que hablaba san Juan Pablo II— y los seminaristas por ellas ayudados. Estos, señala, “se complacían en declararse nuestros hijos y en nombrarnos sus madres en Cristo”; y enfatiza a continuación: “Sí, queremos ser sus madres, y desde el comienzo de esta Obra la Santísima Virgen María […] me pareció ser el tipo incomparable de esta maternidad espiritual”. Es en este texto donde aparece otra frase emblemática, que explica por sí sola y de manera definitiva la necesidad de las vocaciones locales: “El sacerdocio de Jesucristo debe ser católico y universal como la Iglesia”.

Esta idea la desarrolla en el otro Congreso, el de Namur, donde comienza afirmando que la de San Pedro es “una obra verdaderamente eucarística, ya que su finalidad […] es multiplicar, por el doble medio de la oración y de la limosna, los sacerdotes autóctonos en los países de misión”. Juana y su madre llevarán al heroísmo su esfuerzo personal por despojarse de sus bienes con tal de poder ayudar a más jóvenes de los territorios de misión a llegar al sacerdocio. Sin embargo, en ese texto de Namur, la fundadora declara con convicción hasta qué punto merece la pena todo esfuerzo por esta causa: “¡Qué alegría la nuestra, cuando el primero de nuestros adoptados subió al Santo Altar! Un sacerdote más, pensamos, es el Santo Sacrificio ofrecido con más frecuencia, es la misión de Jesucristo renovada en un punto del globo”.

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