Nicaragua, una Iglesia mártir
- On 20 de noviembre de 2024
OMPRESS-PUERTO RICO (20-11-24) Es como ha definido a la Iglesia de Nicaragua, el cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, Arzobispo emérito de Caracas, en una entrevista concedida a las Obras Misionales Pontificias de Estados Unidos, antes de comienzo del Sexto Congreso Americano Misionero (CAM6). El cardenal no dudó en definirla como una “Iglesia mártir”, que sufre una persecución implacable por parte del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Una persecución que viven en primer lugar los mismos prelados nicaragüenses. Entre los obispos exiliados se encuentran Mons. Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, que fue encarcelado antes de ser expulsado a principios de 2024; Mons. Carlos Enrique Herrera, presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, exiliado en Guatemala; Mons. José Báez, que encontró refugio en Costa Rica; y Mons. Isidoro Mora, obispo de Siuna, actualmente en Roma. La persecución alcanzó un nuevo nivel cuando el nuncio apostólico, el arzobispo Waldemar Stanisław Sommertag, fue declarado persona non grata en 2022. Su expulsión marcó la ruptura de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el régimen de Ortega-Murillo. Se ha expulsado o se les ha hecho la vida imposible a sacerdotes, religiosos y religiosas, como a las Misioneras de la Madre Teresa de Calcuta. Se ha expropiado la Universidad Centroamericana de los jesuitas, por considerarla una institución opuesta al régimen, y se han “nacionalizado”, para entregarlas a amigos del régimen, otras instituciones, que realizaban una increíble labor social, sanitaria y educativa ya favor del pueblo nicaragüense.
P: Cardenal, ¿le puedo pedir alguna reflexión sobre Nicaragua?
“Tengo alumnos que estudiaron en Caracas para ser sacerdotes, y la están pasando muy mal. Creo que siempre que tenemos situaciones conflictivas, tendemos a desanimarnos, o tendemos a pensar que es como castigo de Dios. Y no se trata de eso, de todo lo contrario. Son esas pruebas las que, como dice el Papa Francisco, nos recuerdan que el demonio existe y tiene caras muy distintas. Y en estos momentos no hay duda que la Iglesia de Nicaragua es una Iglesia mártir, es una Iglesia que está siendo sometida prácticamente a desaparecer. Vemos como solo hay cinco obispos nada más, no hay representante pontificio, y cantidad de sacerdotes y de laicos exiliados.
Sin embargo recibo noticias de cómo la fe de la gente sencilla se mantiene, y se mantiene con vigor. Por supuesto que hay mucho temor y miedo por toda la represión y por todo lo que es el abuso de la fuerza, pero creo que ahí es donde entra en juego, de verdad, esa capacidad de discernimiento, esa creatividad, para que no nos dejemos robar lo poco que tenemos, que en realidad es mucho: la Gracia del Señor para crear fraternidad. Situaciones como esta no ayudan en absoluto a una mayor justicia, a una mayor equidad, para que la gente pueda salir de la pobreza, sino que el objetivo es convertirnos en esclavos Por eso, para la Iglesia universal y la Iglesia latinoamericana no pasa desapercibida, ni puede pasar, o no podemos pensar que no nos incumbe, que no somos nosotros. La fraternidad exige cercanía no solo en la oración sino intentar ver, tanto para los que han salido como para los que están adentro, cómo podemos echar una mano”.
P: Saber que el pueblo y la Iglesia de Venezuela también sufrieron necesidad, y en particular necesitaron la oración del mundo, ¿le hacen sentirse más cercano a Nicaragua?
“Sí, ciertamente, hemos seguido muy de cerca, por la afinidad política entre ambos regímenes y el exaltar como si fuera una virtud cierto comportamiento, que no lo es. Sabemos que hay que escuchar la voz del pueblo. Nosotros, por el sentido de la fe, la llamada que el Papa nos hace que como bautizados, tenemos ese pozo de sabiduría que nos ha dado el Señor. Pero en la vida pública y la vida civil, la razón de ser de toda autoridad no es mantenerse en el poder sino servir a la gente y a sus necesidades. Cuando esto no se da, se deslegitima, puesto que es la razón de ser de lo que es una democracia, de lo que es una sociedad. No podemos creer que va a haber progreso en la humanidad si hay unos cuantos poderosos y millones de esclavos.
Y vemos que esto se está repitiendo de una u otra forma en este cambio de paradigma que existe en el mundo de hoy en lo político. No solo en nuestro continente, sino vemos en el Medio Oriente, en África o en los componentes de, llamémoslos ideológicos, religiosos y étnicos que están detrás de la guerra entre Rusia y Ucrania”.