Prioridad del Domund: las casas para las religiosas misioneras en el Congo

Prioridad del Domund: las casas para las religiosas misioneras en el Congo

  • On 8 de octubre de 2024

OMPRESS-REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO (8-10-24) Nada menos que diez comunidades de religiosas misioneras, verdaderos rostros del amor de Dios para muchas personas, han sido ayudadas solo en el Congo gracias a la generosidad de los católicos del mundo, el año pasado, con la Jornada de la Propagación de la Fe, el Domund.

Las religiosas en la República Democrática del Congo dirigen y llevan adelante centros educativos, dispensarios y hospitales, actividades de promoción social y, en muchos casos, la evangelización del día a día, con catequesis y visitas a las comunidades y estaciones misioneras más alejadas. En las rehabilitaciones de las casas de estas religiosas se observa, dado los años de construcción de muchas de estas casas, que han puesto por delante los “proyectos” de los demás por delante de sus propios hogares. Ayudarlas ha sido, desde siempre, una de las prioridades de los subsidios extraordinarios que concede el Domund, y se ayuda tanto a las congregaciones de derecho diocesano, surgidas y nacidas en las mismas diócesis congoleñas, como a aquellas congregaciones que trajeron su carisma desde otras iglesias como parte del impulso misionero que ha llevado el Evangelio al Congo.

Entre las primeras destaca la ayuda destinada a la restauración de la Casa Madre de la Congregación del Corazón Inmaculado de María en la diócesis de Luebo. Con los 27.500 dólares enviados han reconstruido muros, arreglado tejados, cañerías, electricidad y fijado puertas y ventanas. Otra Casa Madre de una congregación que ha recibido ayuda del Domund ha sido la de las Hermanas de Jesús Educador en la diócesis de Bondo. En este caso se trata de construirla y ya se les ayudó con este proyecto el año pasado. Los 23.000 dólares enviados son para afrontar la segunda parte de la construcción.

En la diócesis de Butembo-Beni se ha ayudado, con 30.000 dólares, a terminar la rehabilitación del Convento de las Petites Soeurs de la Présentation de Notre Dame en la localidad de Mbingi. Esta congregación nació en esta diócesis del Congo en 1952, y ya ha extendido su labor misionera a varios países de África. Por las mismas fechas, inicios de los años cincuenta del pasado siglo, profesaban las primeras religiosas de la Inmaculada Concepción en la diócesis de Inongo. Los 23.000 dólares enviados por la Obra de la Propagación de la Fe han sido destinados a restaurar los edificios de la primera fundación de la comunidad en Kiri. De más reciente fundación, de 1991, son las Soeurs Dominicaines Missionnaires des Familles, nacidas en la diócesis de Goma. Para acoger a las numerosas novicias que llaman a sus puertas han comenzado la construcción de un noviciado en Isiro con 25.000 dólares del Domund.

En cuanto a las congregaciones misioneras llegadas al Congo, y que tanto bien han hecho por esta joven Iglesia, el Domund ha ayudado, con 18.000 dólares, en la construcción de una casa de formación de las Hermanas Ursulinas de Tildonk, en la diócesis de Goma. También se está rehabilitando el Convento de las Hermanas de Santa María de Namur, con 35.000 dólares, en la diócesis de Kikwit, cuya construcción data de 1962 y nunca se había renovado. Otra congregación que se ha ayudado ha sido a las Hermanas de Nuestra Señora del Buen Consejo en la diócesis de Kindu, con 25.000 dólares, cuyo convento es incluso más antiguo, de 1932. La Hermanas Siervas de los Pobres, fundadas por Santa Juana Jugan, han recibido 30.000 dólares para restaurar su viejo convento en Mont Ngafula, en Kinshasa, y aprovecharán para construir una altura más. En la misma archidiócesis de Kinshasa se ha ayudado a las hermanas de San José de Turín, con 6.000 dólares para construir un comedor.

En el fondo, estas ayudas enviadas por una Obra Pontificia del Papa es una forma de gratitud. Es dar cuerpo a lo que decía el Papa Francisco en su visita al Congo del año pasado: “Yo quisiera agradecerles por lo que hacen en medio de tantas pruebas y fatigas. Gracias, en nombre de toda la Iglesia, por su entrega, su valentía, sus sacrificios y su paciencia. ¡Gracias!”.

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