El concilio que cambió la Iglesia china
- On 2 de julio de 2024
OMPRESS-ROMA (2-07-24) El cardenal Luis Antonio Gokim Tagle, pro-prefecto del Dicasterio para la Evangelización, enviaba un vídeo-mensaje a los participantes en la Conferencia Internacional “Primum Concilium Sinense (Concilio de Shanghái): historia y significado”, que ha tenido lugar en Macao del 26 al 29 de junio. La conferencia, organizada por la Universidad Saint Joseph, se ha celebrado con ocasión del centenario del primer y, hasta ahora, único Concilio de la Iglesia católica en China (1924-2024).
Aquel concilio, celebrado en Shanghái en 1924 reunió, en su mayoría, a obispos, vicarios generales, religiosos y sacerdotes llegados del extranjero a China como misioneros. Fue presidido por el entonces delegado apostólico en China, Mons. Celso Costantini, y tenía como objetivo revitalizar la misión de la Iglesia en China. Un impulso que nacía de la carta apostólica Maximum Illud, del Papa Benedicto XV, considerada el primer documento misionero moderno. En ella se explicitaba que la fe no era patrimonio de una única nación y de que el abrazarla jamás “sería renunciar a sus derechos nacionales para someterse a tutelas extranjeras”. En consecuencia, se dio un decisivo impulso a la consagración de obispos chinos y al impulso del clero local. Celso Costantini acabaría siendo el secretario de Propaganda Fide –el hoy Dicasterio para la Evangelización– y rector de la Universidad Urbaniana, la universidad de las Misiones.
En el vídeo-mensaje en inglés enviado por el cardenal Tagle, señala cómo con aquel primero concilio chino, “la comunión entre la Santa Sede y la Iglesia en China se manifestó en sus fecundos frutos, frutos de bien para todo el pueblo chino”, y fue “la fe del pueblo de Dios ha sido la brújula que ha mostrado el camino”.
“El Concilio de Shanghái representa una realización de la sinodalidad, que se nos vuelve a proponer con tanta fuerza también en nuestro tiempo, gracias al magisterio del Papa Francisco”, señalaba el cardenal Tagle. Quienes participaron en él “experimentaron que la sinodalidad no es una dimensión secundaria, sino constitutiva e indispensable en la vida de la Iglesia”. Además aquel concilio “sentó las bases para el florecimiento de una Iglesia católica plenamente china, dirigida por obispos chinos. E incluso esta intención no estaba guiada por tácticas o cálculos humanos, sino por el misterio de la Iglesia en su peregrinación por el mundo”.