El gran valor de los misioneros ancianos
- On 5 de junio de 2024
OMPRESS-ROMA (5-06-24) Durante el mes de mayo los salesianos han convocado en Roma el “Corso Sorgente” para misioneros ad gentes con más de 70 años, una experiencia propuesta para que estos misioneros salesianos, mayores y con largas experiencia de misión, pudieran volver a la fuente de su vocación misionera salesiana.
El curso tuvo lugar en la comunidad “Zeffirino Namuncurá”, en Via della Bufalotta de Roma, donde los misioneros tuvieron durante tres semanas momentos de formación con diferentes temáticas siguiendo tres núcleos: Antropológico/Cultural, Teológico/Misionológico y Carismático Salesiano. “Corso Sorgente”, “curso fuente”, unió, a la experiencia formativa, peregrinaciones a Mornese, la tierra de Santa María Dominica Mazzarello, y a Annecy, la de San Francisco de Sales, para luego concluir tras las huellas de Don Bosco en el Colle Don Bosco y en Turín-Valdocco, con participación en momentos marianos con motivo de la Fiesta de María Auxiliadora, patrona de la familia salesiana.
Durante el curso, los participantes también tuvieron un tiempo específico llamado: “compartir mi vida vivida en misión”. En estos momentos pudieron hablar sobre su vocación misionera, los desafíos que vivieron y cómo superaron las dificultades en los primeros años de misión, concluyendo con algunos consejos ofrecidos a sus compañeros y con algunas recomendaciones para nuevos misioneros, basadas en los 30, 40 ó 50 años vividos en misión.
Han sido testimonios como el del padre Alfredo Boldori, misionero en Brasil, donde empezó trabajando en las favelas, en la formación y preparación de jóvenes en escuelas de formación profesional, con desafíos y altos y bajos, porque “muchas veces no es fácil” pero nunca descuidó su compromiso como sacerdote, que le daba energía y seguridad. Otro testimonio ha sido el del misionero en Albania, Michele Gentile, que partió para este país, arrasado por el comunismo en julio de 1991. Y allí sigue, tras haber formado parte de la historia de la misión salesiana en Albania, con la guerra civil que estalló en 1997, con la acogida a los refugiados kosovares en 1999, los frutos de las escuelas de preparación profesional, los oratorios, el centro juvenil de Albania y las tres parroquias. Un sueño hechor realidad, el de toda una vida en la misión, porque empezó “a sentir el deseo de ir a la misión cuando aún estaba en el aspirantado, cuando a los misioneros pasaban a menudo contando sus experiencias”.
Otro de los testimonios ha sido del padre Francisco Gonçalves Lourenço. Este misionero salesiano portugués ha pasado 41 años en Mozambique, después de haber estado dos en Macao. Llegó en 1983. Eran tres misioneros que replantaron la semilla de Don Bosco en tierra mozambiqueña, tras el cierre sufrido por el régimen anterior de todas las actividades de las congregaciones religiosas. Quisieron continuar el trabajo realizado antes pero todo estaba destruido, por lo que prácticamente fue empezar de cero. Pocos medios y recursos, fundando obras pero viviendo de modo sencillo en parroquias y formación. “Mi visión espiritual de mi vocación misionera”, explica el padre Francisco, “siempre se ha fundamentado en una certeza y en una pregunta, que creo que valen también para los demás: Dios me necesita. Si no voy yo, ¿quién irá en mi lugar?”.