OMPRESS-CHINA (4-06-24) Duró del 15 de mayo al 12 de junio de 1924 y se celebró en la Catedral de San Ignacio de Loyola de Shanghai. Diversos actos han recordado los cien años de este importante evento, de claro carácter misionero, muy unido al nombramiento de los primeros obispos chinos dos años después. Los reunidos en aquel Concilio eran obispos, vicarios generales, religiosos y sacerdotes, la mayoría nacidos en países lejanos y llegados a China como misioneros. Se reúnen con el mandato de relanzar la obra apostólica en suelo chino a la luz de la Maximum Illud, la carta apostólica escrita por el Papa Benedicto XV en el 2019, el primer gran documento misionero de la era moderna. Una carta que recordaba que la fe en Cristo no es extraña a ningún pueblo, “no es extranjera para ninguna nación”.

El Concilio de Shanghai, Primum Concilium Sinense, como se llamó, dio disposiciones detalladas para fomentar y acompañar el crecimiento del clero indígena, con el objetivo de confiar el liderazgo de la Iglesia local a obispos y sacerdotes chinos. Siguiendo pues las directrices de la Maximum Illud se buscaba además contrarrestar la mentalidad colonial que había penetrado también en las prácticas eclesiales. En 1926, imagen real de este cambio, seis obispos chinos eran consagrados en Roma por Pío XI. Cien años después, aquella experiencia sinodal se destaca cada vez más como un pasaje clave en el camino incomparable de la Iglesia católica en la China contemporánea.

Este pasado mayo, la Pontificia Universidad Urbaniana acogía una conferencia internacional titulada “100 años del Concilium Sinense: entre la historia y el presente”, con ponentes de primer orden entre los que han destacados investigadores chinos. En la diócesis china de Changzhi, se ha aprovechado para organizar un curso de historia de la Iglesia en China para todos los sacerdotes de la misma. En la Universidad de San José de Macao tendrá lugar del 26 al 29 de este mes de junio una conferencia con el título “Primum Concilium Sinense, Historia y significado”, promovido por el Centro Xavier para la Memoria y la identidad de esta universidad. Un Centro que mantiene vivo el recuerdo del “sueño chino” de San Francisco Javier.