De Zimbabue a Dinamarca, una religiosa en misión
- On 15 de febrero de 2024
OMPRESS-DINAMARCA (15-02-24) La hermana Anna Mirijam Kaschner, de las Hermanas Misioneras de la Preciosa Sangre, nació en Alemania, en una familia protestante. La experiencia de la misión en Zimbabue cambió su vida, se hizo religiosa y hoy su destino es la próspera Dinamarca.
La revista Mission, de las Obras Misionales Pontificias de Estados Unidos, publica el testimonio de esta religiosa. Cuenta que cuando era joven “estaba segura de que quería una familia y viajar por el mundo”. Vivió su propio camino a la fe católica, y la idea de la vida religiosa se le presentó en varias ocasiones. Su determinación de no hacer caso a esta llamada de Dios la llevó a Zimbabwe para vivir una experiencia misionera. “Pensé que me libraría de estos pensamientos”, pero aquella experiencia misionera en realidad confirmó su vocación. Y es que en Zimbabwe, la joven alemana se dio cuenta de que la presencia de Dios estaba tan presente que “simplemente estábamos siguiendo sus huellas”. Su búsqueda de una congregación la llevó a las Hermanas Misioneras de la Preciosa Sangre, fundadas en Sudáfrica, y así comenzó una entrega a Dios que dura ya 22 años.
Su misión dio un giro inesperado cuando fue enviada a Dinamarca, un país rico en recursos pero un “país de misión” en términos espirituales. “Alrededor del 70 por ciento están bautizados en la Iglesia Luterana, con una asistencia a los oficios del 4 por ciento”. En Dinamarca, los católicos son menos del 1 por ciento, “pero tenemos una asistencia a la Iglesia del 20 por ciento”, señala, destacando el terreno fértil para la evangelización. Hoy, la hermana Anna es nada menos que la Secretaria General de la Conferencia Episcopal Nórdica, que abarca, además de Dinamarca, también Noruega, Suecia, Finlandia e Islandia. Es consciente de que su ministerio va más allá de los muros de una iglesia o una institución católica: “La gente en Dinamarca sabe poco sobre la fe”, explica a la revista Mission. “Tienen curiosidad y a menudo me preguntan si estoy casada o tengo hijos”. Su hábito a menudo genera conversaciones, abriendo la puerta a hablar de la fe y de las cuestiones más profundas de la vida. Vive en una pequeña comunidad con hermanas de Austria y Zimbabwe, mezclando oración y trabajo, encarnando el espíritu de equilibrio de San Benito, el “ora et labora”. Por eso tiene claro que “nuestras actividades diarias son una misión”, porque “ir a la compra o simplemente estar presente en público puede generar profundos intercambios sobre la vida y la fe”. La hermana Anna cree firmemente en la visibilidad de su vocación. “Usar el hábito es fundamental. Es una señal que invita a acercarse, a indagar y, muchas veces, a buscar ayuda”.
La obra misional en los países nórdicos es tan crucial como única. La religiosa invita a todos a considerar “la posibilidad de venir a los países nórdicos”, porque en países como “Finlandia, los católicos representan el 0,2 por ciento de la población. El campo misionero es amplio y la necesidad del Evangelio es palpable”. Los países nórdicos, con su pequeña población católica y su hambre espiritual, muestran que los territorios de misión no son solo geográficos.