Luchando contra el infanticidio ritual
- On 30 de noviembre de 2023
OMPRESS-BENÍN (30-11-23) Los niños que nacen en el octavo mes, que ya tienen dientes al nacer o cuyas madres mueren durante el parto, según las creencias tradicionales, pueden estar embrujados y traer mala suerte. Contra este sin sentido y sus terribles consecuencias trabajan desde hace años los franciscanos del norte del país.
Ya en 2016 el Comité de los Derechos del Niño de la ONU pidió a Benín que remediara dos problemas graves de la infancia. El primero el registro de nacimientos que volvía invisibles a muchos niños simplemente porque “civilmente” no existían. El gobierno del país ha hecho esfuerzo por intentar informatizar y registrar estos nacimientos. El segundo problema era la situación de los llamados “niños brujos”, cuyos derechos a la vida, a la salud y al desarrollo, son puestos en peligro por prácticas increíbles, entre las que se encuentra el asesinato ritual. El nuevo Código Penal de Benín adoptado después de 2016 tipifica explícitamente como delito este asesinato ritual, añadiendo más condena que a un asesinato. El informe de la ONU elogió la notable labor que llevaba adelante en el norte de Benín, en lucha contra estas prácticas, Franciscains-Benin, que engloba a las diversas ramas de la familia franciscana en el país africano.
El padre capuchino Auguste Agounkpé se enteró de esta práctica, quedó estupefacto. En 2015 impulsó la ley, que se sumaría al Código Penal posteriormente aprobado, que prohibiera el asesinato de los niños brujos. Sin embargo, en las aldeas remotas la superstición sigue siendo fuerte. “Para que algo cambie, tenemos que romper el silencio”, declaraba el padre Auguste a Missio Alemania, las Obras Misionales Pontificias alemanas. Para continuar con su labor el misionero franciscano ha solicitado ayuda a Missio, que financiará sus actividades con un proyecto de 50.000 euros.
Cuenta cómo las madres de estos niños brujos se ven obligadas a llevar a su hijo a un árbol que tiene una cinta blanca. Tienen que ponerlo allí y nunca más lo volverán a ver. Si se atreven a resistirse también se las asesina a ella. Por eso, muchas madres viven con un temor constante, antes del nacimiento, de que su recién nacido sea tildado de “niño brujo”.
Con grandes campañas educativas, la familia franciscana de Benín y el padre Augusto están impulsando un programa de educación en 20 pueblos. Para salvar a los recién nacidos, los agentes sanitarios, por ejemplo, acompañan a las mujeres embarazadas hasta que den a luz e intentan por todos los medios que sea en un hospital para protegerlas de los curanderos tradicionales. Otra labor que realiza el padre Auguste es buscar hogares seguros para los niños rescatados de estas prácticas. Es lo que hace la señora Yolande Zecle, que acoge a varios de estos “niños brujos”, que, para ella en realidad con un encanto, “niños ángeles”.