La lente con la que miro el mundo es el Evangelio
- On 26 de octubre de 2023
OMPRESS-MADAGASCAR (26-10-23) Desde Italia llega el testimonio de tres laicas misioneras en Madagascar. De la diócesis italiana de Reggio Emilia, son misioneras Fidei donum, que con historias de vida diferentes han partido para compartir el “don de la fe”, y como “regalo de fe”. Un carisma, el de Fidei donum, vocación misionera mientras se mantiene la vinculación con la propia diócesis de origen, que antes solo estaba reservado a los sacerdotes. Un carisma, nacido de la encíclica del Papa Pío XII, Fidei donum, de donde surgió el nombre, y que encarna la realidad de que los sacerdotes se ordenan para todo el mundo y, paralelamente todo fiel cristiano recibe la fe para compartirla con todo el mundo.
El testimonio de Anna Maria Borghi, Camilla Lugli y Giada Tirelli, lo recoge SIR, la agencia de noticias de la Conferencia Episcopal Italiana, con motivo del Domund y el mes misionero de octubre. Ellas forman parte de una gran apuesta misionera hecha por la Iglesia de Reggio Emilia, que ha estado enviando misioneros Fidei donum a Madagascar desde 1961. Las últimas en regresar de la misión, entre diciembre de 2022 y enero de 2023, son ellas tres.
Han trabajado en equipo, lo que para Anna Maria Borghi ha sido “una manera de enfrentarse y superar juntas las dificultades”. Nacida en 1956, enseñó en la escuela primaria durante 40 años. Al principio no le fue fácil en Madagascar. “El agua salada que salía de los grifos era un inconveniente, pero luego fui yo quien la que se trajo a casa la gran conciencia de mi pobreza. Porque nos encontramos con un mundo de necesidades y penurias, lejano al nuestro, y nos damos cuenta de que no somos superhéroes con todas las soluciones”. En Manakara, en la diócesis de Farafangana, una hermosa y degradada zona del sur de Madagascar, se llega a la conclusión “de lo poco que se puede hacer, se comprende que la misión no es regalar cosas”. Sin embargo, se sentía sobre todo “madre y abuela; parte de un mundo donde se respira energía; miembro de una Iglesia que es casa de todos, en la que la misa es el gran momento de la semana para celebrar y expresar la alegría de pertenecer a ella”.
Junto a ella ha vivido Camilla Lugli, de 28 años, que en Manakara ha prestado ayuda en la aldea de Ambokala, en el hospital psiquiátrico y en el oratorio parroquial. “Las palabras que resuenan en mí son: esencialidad, sonrisas, umbral de sufrimiento alto, ritmo y musicalidad, esfuerzo y gratitud”, recuerda Camilla, que desde pequeña soñaba con partir a la misión. De vuelta a su trabajo en Italia ya no se siente tan desorientada como en los primeros momentos, “pero sigo extrañando a la gente, el paisaje, las canciones, las fiestas, las romerías y, finalmente, el grupo de voluntarios con diferentes orígenes que unía múltiples puntos de vista”. Siente que ha sido una privilegiada durante sus 13 meses como Fidei donum y no descarta volver a partir en el futuro.
La que sí que ha vuelto a partir es Giada Tirelli, 24 años, enfermera, que actualmente se encuentra en Albania, con las Hermanas Carmelitas Menores de la Caridad con las que compartió el año en Madagascar. Fue en la Fundación Médica de Ampasimanjeva, en la diócesis de Fianarantsoa, a donde llegó tras “una breve experiencia en Brasil, deseosa de poner sus capacidades al servicio de la misión” y de “experimentar la fraternidad universal a la que estamos llamados”. Como para sus compañeras de viaje, también para Giada la riqueza de la experiencia en Madagascar fue la convivencia y presencia “de vocaciones, procedencias y edades muy diferentes, y por tanto la pluralidad de perspectivas y carismas”. A esto se une la “fuerte sensibilidad misionera de la diócesis de Reggio que a lo largo de los años ha generado un precioso intercambio de dones” con presencias también en Brasil, India y Albania. “Por eso, Fidei donum. Porque la lente con la que miro al mundo es el Evangelio, encarnado a través de lo concreto de un servicio y una comunidad”.