Exhortación apostólica sobre Santa Teresita, la santa con “alma misionera”
- On 16 de octubre de 2023
OMPRESS-ROMA (16-10-23) Ayer domingo, 15 de octubre, fiesta de Santa Teresa de Jesús, el Papa Francisco publicaba la exhortación apostólica “C’est la confiance”, con motivo del 150 aniversario del nacimiento de una hija espiritual de la santa española, Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, la patrona de las misiones. Una exhortación que trata de la “confianza en el amor misericordioso de Dios” y que comienza con una frase en francés de Teresita –así la llama el Papa a lo largo de la exhortación– “La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al Amor”.
“Teresita es una de las santas más conocidas y queridas en todo el mundo. Como sucede con san Francisco de Asís, es amada incluso por no cristianos y no creyentes”, recuerda el Papa, que añade, que ha querido que la exhortación se publicara el día de Santa Teresa de Jesús, para presentar a Teresita “como fruto maduro de la reforma del Carmelo y de la espiritualidad de la gran santa española”. A pesar de una vida terrena breve y sencilla, pasada con su familia y en el Carmelo de Lisieux, tras su muerte, la Iglesia reconoció en seguida “el valor extraordinario de su figura y la originalidad de su espiritualidad evangélica”. Todos los Papas desde entonces han reconocido esa originalidad: beata, santa, patrona de las misiones, doctora de la Iglesia.
En el nombre que Teresita eligió como religiosa, Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, se destaca doblemente a Jesús, porque, señala el Papa “el nombre de Jesús es continuamente ‘respirado’ por Teresa como acto de amor, hasta el último aliento”. Pero, como “todo encuentro auténtico con Cristo, esta experiencia de fe la convocaba a la misión” y, por eso escribió, “que había entrado al Carmelo para salvar almas. Es decir, no entendía su consagración a Dios sin la búsqueda del bien de los hermanos”. Un sentido misionero de su existencia que hace que en el corazón de Teresita, la gracia del bautismo se convierta “en un torrente impetuoso que desemboca en el océano del amor de Cristo, arrastrando consigo una multitud de hermanas y hermanos”.
El Papa destaca que “uno de los descubrimientos más importantes de Teresita, para el bien de todo el Pueblo de Dios, es su ‘caminito’, el camino de la confianza y del amor, también conocido como el camino de la infancia espiritual. Todos pueden seguirlo, en cualquier estado de vida, en cada momento de la existencia”. Un camino que se desvela en “Historia de un alma”, el libro que escribió por orden de sus superioras y que recoge su experiencia espiritual. El Papa Francisco cita algunos rasgos de este caminito recogidos en sus páginas: “Quiero buscar la forma de ir al cielo por un caminito muy recto y muy corto, por un caminito totalmente nuevo”; “¡El ascensor que ha de elevarme hasta el cielo son tus brazos, Jesús! Y para eso, no necesito crecer; al contrario, tengo que seguir siendo pequeña, tengo que empequeñecerme más y más”. Todo basado en una confianza sin límites que, reconoce el Papa Francisco en la exhortación, “alienta a quienes se sienten frágiles, limitados, pecadores, a dejarse llevar y transformar para llegar alto”. Porque, añade, “la confianza plena, que se vuelve abandono en el Amor, nos libera de los cálculos obsesivos, de la constante preocupación por el futuro, de los temores que quitan la paz”.
Otra aportación de Teresita es que “de modo extraordinario penetró en las profundidades de la misericordia divina y de allí sacó la luz de su esperanza ilimitada”, porque para Teresita “Dios brilla ante todo a través de su misericordia, clave de comprensión de cualquier otra cosa que se diga de Él”. La santa carmelita es consciente del drama del pecado y de que “el pecado del mundo es inmenso, pero no es infinito. En cambio, el amor misericordioso del Redentor, este sí es infinito”.
El acto de amor “Jesús, te amo”, continuamente vivido por Teresita como la respiración, explica el Papa, “es su clave de lectura del Evangelio”. Un amor que Teresita vive “en la pequeñez, en las cosas más simples de la existencia cotidiana, y lo hace en compañía de la Virgen María, aprendiendo de ella que ‘amar es darlo todo, darse incluso a sí mismo’”. Para Teresita, “María es la más grande del Reino de los Cielos porque es la más pequeña, la más cercana a Jesús en su humillación”. Y es que, “María fue la primera en vivir el ‘caminito’ en pura fe y humildad”.
Su “vocación es el amor” porque “en el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor… Así lo seré todo… ¡¡¡Así mi sueño se verá hecho realidad…!!!”. Pero, explica el Papa, “no es el corazón de una Iglesia triunfalista, es el corazón de una Iglesia amante, humilde y misericordiosa”. Una luz para nosotros hoy, “para no escandalizarnos por los límites y debilidades de la institución eclesiástica, marcada por oscuridades y pecados, y entrar en su corazón ardiente de amor, que se encendió en Pentecostés gracias al don del Espíritu Santo. Es ese corazón cuyo fuego se aviva más aún con cada uno de nuestros actos de caridad”. Así, el “Yo seré el amor” se convierte en “la opción radical de Teresita, su síntesis definitiva, su identidad espiritual más personal”.
De ahí surge su sueño de “continuar en el cielo su misión de amar a Jesús y hacerlo amar” recogido en sus palabras “Pasaré mi cielo en la tierra hasta el fin del mundo. Sí, yo quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra”, y cuando escribe “Dios no me daría este deseo de hacer el bien en la tierra después de mi muerte, si no quisiera hacerlo realidad”. Así “será como una lluvia de rosas”.
Al final solo cuenta el amor, señala el Papa Francisco, y, “en una Iglesia misionera «el anuncio se concentra en lo esencial, que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario». El núcleo luminoso es « la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado»”. La genialidad de Teresita “consiste en llevarnos al centro, a lo que es esencial, a lo que es indispensable”, al solo importa el amor.