Evangelizar es dar testimonio de cómo Jesús ha cambiado mi vida
- On 16 de octubre de 2023
OMPRESS-CÓRDOBA (16-10-23) Mons. Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, escribe a sus fieles de cara al Domund, el Domingo Mundial de las Misiones, que la Iglesia vivirá el próximo 22 de octubre, un día para recordar que el anuncio del Evangelio nace de nuestro fuego del corazón que nos mueve a llevar a los demás lo que hemos visto y oído.
“Todo el mes de octubre es octubre misionero, y todo el año vive la Iglesia esta dimensión esencial de su ser y de su misión: es enviada al mundo entero para anunciar el Evangelio. Pero llegado el penúltimo domingo de octubre, celebra el día misionero por excelencia, el DOMUND. Este año el 22 de octubre con el lema ‘Corazones ardientes, pies en camino’. Un lema que tiene de fondo el relato de la aparición de Cristo resucitado a los discípulos de Emaús. Precioso relato lleno de contenido.
Era la tarde del mismo día de Pascua. Cristo resucitado se hace caminante, compañero de camino de aquellos dos discípulos que están de vuelta, que vuelven a sus casas y a su vida anterior con el corazón decepcionado, ‘nosotros esperábamos…’, ahora ya no esperan nada. La presencia de Jesús lo va a cambiar todo.
Jesús se pone a la escucha. ‘¿De qué veníais hablando por el camino?’. Y ellos desembucharon toda su amargura y su desesperanza. Jesús les hizo un recorrido por toda la Escritura, por la Palabra de Dios, desde Moisés y los profetas hasta el momento presente. Es la Palabra de Dios la que ilumina nuestras vidas, en momentos de prosperidad y en momentos de adversidad. La Palabra de Dios es luz en el sendero de la Iglesia, en el sendero de nuestra vida.
Y les fue explicando cómo era necesario que el Mesías padeciera para entrar en su gloria. Este es el núcleo del Evangelio. No podemos entender con la luz de la razón por qué Jesucristo ha ido por el camino de la cruz, por la vía del sufrimiento para realizar la redención, y llegar a la gloria de la resurrección. Necesitamos la luz de lo alto. El anuncio evangélico debe incluir siempre este núcleo fundamental, que no cabe en nuestra cabeza. Y ese anuncio debe ir acompañado del testimonio de una vida coherente.
El anuncio evangélico no es la repetición de algo sabido. La evangelización es el testimonio de cómo Jesús ha cambiado mi vida, me ha pasado de la cruz a la resurrección, me ha hecho entender con su luz lo que mi pobre mente no puede alcanzar. Este anuncio y esta explicación dada por Jesús a lo largo del camino, que ocupó toda la tarde, fue encendiendo el corazón de aquellos discípulos desanimados y desesperanzados. Esa es la conversión.
No se llega a este punto del cambio fundamental, de la conversión del corazón, si no es por la fuerza de la Palabra de Dios, por el aliento que nos infunde Jesucristo con la acción del Espíritu Santo y por la docilidad y apertura del propio corazón. Los discípulos de Emaús estaban rotos, pero tenían el corazón disponible y abierto a la acción de Jesús.
Y cuando, llegados a Emaús, invitan al caminante a quedarse con ellos, Jesús repite el gesto de la Eucaristía, abriéndoles los ojos a este gran don. Jesús les da a conocer su identidad, quién es Él, en la misma Eucaristía, cuyos gestos realiza ante sus ojos, despareciendo al instante. No hay evangelización mientras no se da este encuentro personal con el Señor. Y ese encuentro llega a su plenitud en la celebración eucarística.
En ese momento se les abrieron los ojos, entendieron todo lo que habían escuchado por el camino y creyeron en Jesús. Pero no se quedaron quietos. Cuando uno se encuentra con Jesús, no puede quedarse quieto, pone pies en camino y va a anunciar a sus hermanos lo que ha visto y oído. Esta es la dimensión misionera de la Iglesia. La tarea misionera de la Iglesia no surge por un imperativo voluntarista, sino por la experiencia de un encuentro con Jesús, que calienta el corazón e impulsa a ir comunicarlo a los hermanos.
Que el mes misionero de octubre y el día del DOMUND nos traiga a todos ese fuego del corazón para llevar a los demás lo que hemos visto y oído. Y oramos por nuestros misioneros en este tiempo tan señalado”.