Carta del Domund del obispo de Bilbao
- On 4 de octubre de 2023
OMPRESS-BILBAO (4-10-23) En su mensaje para el Domund de este año, Mons. Joseba Segura, obispo de Bilbao, recuerda su visita reciente a los lugares de misión en la República Democrática del Congo, y cómo Cristo, a través de los misioneros, y de nosotros, quiere llegar a todas partes. Es el Domund que surge del deseo del Señor de llegar a tiempo a donde se le necesita.
“No es lo mismo oír que ver. No es igual saber que conocer. Nada que puedan contarnos equipara la experiencia de vivir algo directamente. Había oído hablar de los curas vascos en África. Algo sabía de su historia y sus trabajos. Había escuchado que existía un libro, escrito por Manuel Unciti, titulado ‘Aventura en Katanga,’ un libro que no había leído. Pero me puse en camino a la RD Congo y, tal y como dice el lema del Domund de este año, empezó a encenderse mi corazón, cuando Cristo empezó a hablarme a través de sus páginas. Luego llegué y visité los lugares donde nuestras hermanas y hermanos misioneros compartieron y comparten vida y trabajos con las personas de allí. Y, al conocer algo de su historia de entrega, el corazón se me fue elevando poco a poco.
Cristo es el origen y el horizonte del camino misionero. Quienes han dejado que el Señor les explique las escrituras y parta su pan, quienes le abren sus corazones abatidos para que Él los serene, empiezan a acoplarse en su sentir. Y sienten el dolor de Jesús por tantas y tan variadas formas de sufrimiento, sienten su deseo de liberar a quienes tienen miedo, sienten sus ganas de acabar con el oprobio de tanta gente dominada y olvidada. Y algunos, no solo ven su corazón transformado, sino que perciben la llamada de la misión y dicen: ‘dime a dónde y allí voy.’ Y se ponen en marcha. Y cuando llegan a su destino, Cristo se les comienza a aparecer en rostros desconocidos y en encuentros nuevos, y son capaces de reconocerle porque saben que viaja con ellos. Y así, el fuego de este Jesús que vino a incendiar el mundo se extiende y va transformando personas y tierras. Y Cristo incluye en su camino a nuevos discípulos. Esta es la experiencia de la misión, ese rasgo necesario de una Iglesia viva, incluso termómetro de su vitalidad. La misión que concreta el mandato de Cristo que nos dejó dicho: ‘Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación’ (Mc 16, 15).
Cristo no llega tanto mediante eficaces predicaciones o poderosas catequesis, sino a través de pequeños gestos cotidianos de afecto y de servicio: la visita a una persona enferma, el apoyo en un momento de necesidad, la escucha paciente en situaciones angustiosas… Y, desde luego, llega en la sonrisa amable con la que se puede hacer todo lo anterior. También se presenta por medio de los proyectos que buscan mejorar las condiciones de vida de la gente: apoyo a las personas discapacitadas, servicios de salud, escuelas y formación profesional, acogida a huérfanos sin apoyo familiar… Así llega Cristo a la vida de personas que no le han conocido, a veces para quedarse, otras solo para dejar huella. Y así hace camino la misión, dejando señales más o menos profundas, más o menos eficaces, pero que, si son de Cristo, dejan experiencias de alegría, de generosidad, de misericordia, de liberación. Son rastros que inspiran caminos de paz y de salvación, sendas humildes que a menudo se cruzan con los surcos duros que dejan los tanques de guerra, los ‘Toyotas armados’ y los grandes camiones que transportan los minerales que salen del país para alimentar negocios poderosos.
Quien trabaja buscando avanzar hacia una idea muy concreta de utopía, corre el riesgo de desanimarse pronto si no ve progreso. Pero quienes seguimos a Jesús en la misión no nos desilusionamos con tanta facilidad, porque nuestro horizonte es indestructible: es la esperanza de quienes saben que el amor generoso nunca queda sin fruto.
Cristo ha resucitado y por eso la humanidad está salvada. Pero todavía no llega ese día en el que Él sea todo en cada uno de nosotros. Y mientras aguardamos esa plenitud, muchas personas sufren víctimas de la apisonadora de la historia. Cristo quiere llegar a todas partes para evitar las tragedias innecesarias, aliviar el dolor donde se pueda y dar esperanza a quienes no la van a recibir de ningún otro lugar. Este es el Domund que surge del deseo del Señor de llegar a tiempo a donde se le necesita. Y para ayudarle hacen falta corazones con fuego que recojan y mantengan viva nuestra gran tradición misionera. No es necesario haber recibido un ministerio para extender la causa de Cristo. Vale con haberle conocido y haber sentido que en ese encuentro el corazón se enciende. Caminemos junto a Él sin preocuparnos a dónde puede llevarnos el camino. Feliz acción de gracias en el Domund 2023”.