Ser misionero es amar a las personas con sus experiencias de vida

Ser misionero es amar a las personas con sus experiencias de vida

  • On 22 de septiembre de 2023

OMPRESS-ZIMBABUE (22-09-23) La Delegación de Misiones de Málaga comparte la carta del misionero claretiano Antonio Llamas. 21 años en Zimbabue y antes misionero en los Andes, reconoce que ha aprendido mucho de tantas personas que ha conocido en su vida misionera, más de “lo que yo haya podido dar”.

“Mi nombre es Antonio Llamas y soy misionero Claretiano. Creo que lo más fácil es presentarme como el hermano de José Manuel Llamas y Encarni Llamas, personas bien conocidas en la Diócesis de Málaga. Aunque mi familia es oriunda de la Axarquía alta, yo crecí en el barrio del Tarajal, cerca del polígono industrial la Huertecilla. Podemos decir que esas son mis raíces malagueñas.

Como misionero llevo 21 años viviendo en Zimbabue, en el cono sur de África y anteriormente estuve cinco años viviendo en el Altiplano Argentino de los Andes. Las dos han sido experiencias misioneras maravillosas y doy gracias a Dios por ellas.

Aunque yo he ido depurando mis motivaciones misioneras con los años, podría decir que para mí ha sido muy importante el compartir la fe cristiana en dialogo con las diferentes experiencias de fe que se dan en las culturas de los países o regiones donde he vivido como misionero. Siempre he intentado tener un gran respeto y aprecio por esas experiencias locales de fe, ya sean cristianas o no. Creo que esto es lo que a nivel de iglesia llamamos inculturación.

Siempre que se me ha dado la posibilidad, he colaborado en la creación de materiales para la formación de líderes cristianos. También he tenido la suerte de colaborar en la creación de un catecismo pedagógico, usando la ‘pedagogía existencial’ que parte de la cultura local para luego entablar un diálogo profundo con la Palabra de Dios.

En la zona donde estoy viviendo ahora, la población católica supone solo un 3,5 por ciento del total de población. Somos una minoría, pero sin embargo la sociedad respeta a la comunidad católica por su compromiso en la construcción de la comunidad local, solo en algún sitio, ha habido conflictos con la comunidad local, y siempre que ha sido posible nos hemos sentado a dialogar con los líderes tradicionales o con la comunidad local para llegar a acuerdos en una convivencia pacífica.

La comunidad católica, tiene como objetivo no depender económicamente de ayudas de fuera para la vida común, sino compartir y realizar proyectos comunes para mantenimiento de la comunidad católica y para ayudar a los miembros más vulnerables de la comunidad.

Cuando algún miembro de la comunidad católica se enferma o muere, hay donaciones de cada miembro para ayudar a la familia que ha perdido a uno de los suyos. Esto se hace también con los vecinos no católicos con los que compartimos la vida. Es impresionante ver el sentido de solidaridad y el compromiso de fe de cada cristiano de la comunidad.

Quisiera terminar diciendo que como misionero es mucho más lo que he aprendido que lo que yo haya podido dar. Valores como la solidaridad, la acogida, la paciencia, el respeto a los mayores… y otros muchos, yo los he aprendido en mi convivir con otras culturas como misionero.

En este momento de mi vida, ser misionero es amar a las personas con sus experiencias de vida, con sus diferencias culturales y caminar juntos en el descubrimiento de Cristo vivo allí donde estemos.

Un abrazo a todos los malagueños y mucho ánimo en la labor misionera. El que seamos pocos o menos que en otras épocas de la historia no justifica que apaguemos el espíritu misionero de nuestra fe cristiana”.

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