Corazones fervientes en la Amazonía
- On 13 de julio de 2023
OMPRESS-PERÚ (13-07-23) El año pasado se ponía en marcha un proyecto misionero impulsado de manera conjunta por la Conferencia Episcopal Argentina y las Obras Misionales Pontificias. Un grupo de misioneros partían con destino al vicariato apostólico de Puerto Maldonado, en la Amazonía Peruana. El director de OMP en Argentina, Fernando Sánchez CM, los ha visitado y comparte la labor que llevan adelante.
Del 13 al 30 de junio, Mons. Fernando Croxatto, presidente de la Comisión de Misiones y obispo de Neuquén y Mons. Vicente Bokalic, obispo de Santiago del Estero, han acompañado a Fernando Sánchez, en su visita a los misioneros argentinos.
En la actualidad son cinco los misioneros que permanecen en el vicariato: el P. Juan Manuel Ortiz de Rozas de la diócesis de San Isidro, Flavia Cuadro de la arquidiócesis de Córdoba, Celeste Pereyra oriunda de Buenos Aires, perteneciente a la comunidad misioneras de San Roque, de la diócesis de Roque Sáenz Peña, Claudia Novarino de la diócesis de Río Cuarto y la Hna Sara Dalzotto perteneciente a la Congregación de la Mercedarias.
“Luego de pasar por Ayacucho emprendimos viaje hacia Kimbiri”, cuenta el director nacional de OMP de Argentina. “Fue un viaje que duró unas seis horas en camioneta. Fuimos saliendo de las sierras Ayacuchanas, por caminos sinuosos y poco a poco nos fuimos internando en la verde y frondosa selva. A medida que avanzábamos por el camino dejábamos detrás el fresco de la altura para aclimatarnos poco a poco al caluroso ambiente de la selva”.
También habla de las nuevas comunidades: “Villa Virgen dista aproximadamente a unos 80 km de la sede parroquial. Allí hacen presencia Claudia y Celeste en una casita que fue construida para quienes animen y acompañen en la zona. Los restantes misioneros viven en Kimbiri, el P. Manuel en la casa parroquial mientras que la Hna Sara y Flavia en dos cuartos arrendados por el municipio de Kimbiri gestionados por la comunidad parroquial”.
Añade que, “durante la visita hemos tenido la oportunidad para hablar con algunos laicos, y desde ya también con los misioneros, tanto personalmente como en comunidad. Lo que se ha podido constatar es la alegría y el entusiasmo de los laicos más cercanos a las comunidades, los cuales han expresado el agradecimiento por la presencia de los misioneros. Esta presencia les ha llenado de nuevas esperanzas, se sienten acompañados y bendecidos por Dios en la persona de los misioneros. Estos se ven cercanos y afectuosos con la gente, involucrados con la misión, conocen a muchos por sus nombres y apellidos, sus historias de vida con sus problemáticas, los lugares donde viven en las comunidades como en la sede parroquial.
Como parte del servicio pastoral que desarrollan, están integrados en el vicariato comprometidos en distintos servicios, y en lo parroquial llevando adelante iniciativas y propuestas de apostolado, involucrando a los laicos. Es una zona que ha estado por mucho tiempo desatendida o la atención era mínima, lo cual la hace una tierra de misión donde hay campo para trabajar en muchos aspectos.
En lo económico los misioneros viven austeramente, con sencillez. Han pasado por momentos difíciles, donde han estado ajustados y han tenido que adaptarse, hacer sacrificios, renuncias y arreglárselas como han podido, aún así Dios providente los ha acompañado con su cuidado. Hoy en día siguen necesitando a nuestra ayuda económica que les permita llegar a las comunidades que atienden para hacerlo con mayor periodicidad y animar misioneramente la zona parroquial.
Desde lo comunitario, si bien han pasado por crisis, teniendo que afrontar dificultades de adaptación en la vida comunitaria, buscando un mayor entendimiento, han sabido hacer frente a los conflictos propios que presenta la vida en común e ir buscando desde el diálogo nuevos caminos para lograr un mayor entendimiento e integración para bien de la misión”.
Para finalizar comenta que “los últimos cuatro días de visita, fueron de convivencia. Iniciamos con un momento de diálogo de cosas de nuestra vida que no solemos compartir, las más profundas que tocan nuestras historias de vida. El resto de los días, desde la propuesta de conversación espiritual, fuimos buscando juntos el querer del Espíritu para la misión. Fueron días de abrir el corazón, en una escucha atenta y respetuosa, con apertura y disponibilidad a querer encontrar el deseo de Dios”.