La terrible situación de Haití a través de los ojos de una misionera
- On 4 de mayo de 2023
OMPRESS-HAITÍ (4-05-23) La misionera Rosario Fumanal escribía desde Haití este pasado domingo de Buen Pastor, tanto a su diócesis, Barbastro, como a las Obras Misionales Pontificias. Cuenta su día a día y cómo está la situación en este país, pidiendo oraciones por el pueblo haitiano tan abandonado a su suerte.
“Queridos amigos: Soy Rosario Fumanal, religiosa de Jesús-María. Nací en Samitier, en nuestro querido Sobrarbe, y Ainsa su capital, tan querida para todos y de la que estamos orgullosos. Yo ‘estrené’ el Instituto de Ainsa en la plaza mayor, el año… ¡uy! Ya no me acuerdo: ¿61? ¿62? Fue como si lo hubieran creado para mí, porque en junio me examiné de Ingreso y 1º Bto con la base que tenía de la Escuela Primaria y en septiembre ya pude cursar 2º Bto en Barcelona, donde seguí hasta 6º y Preu y con 20 años entré en la Congregación de Jesús-María, donde ya eran religiosas dos hermanas mías. La llamada de Jesús a seguirle ha sido lo mejor de mi vida y siempre he sido feliz con Él. Y con Él sigo por estos mundos de Dios. Una gracia, una suerte, ser de nuevo llamada a una nueva misión, ¡a mis 75 años! Gracias a Dios tengo buena salud.
Como sabéis he vivido 30 años en África y desde hace 2 años estoy en América, en Haití, un pequeño país del Caribe, con una extensión de 27.000 Km2 (2 veces la provincia de Huesca) y 12 millones de habitantes. Hay que buscarlo bien en el mapa porque no se ve fácilmente. Comparte frontera con Republica Dominicana y a nivel geográfico es muy, muy bonito. Este pequeño país tiene a gala ser el primer país que consiguió, con la rebelión de los esclavos, vencer a Napoleón y lograr así ser la primera república negra independiente del mundo en 1804 y la segunda de América, después de los EE.UU. Su historia, como la historia de la humanidad, ha sido muy turbulenta y actualmente se diría que se dan cita en él todos los problemas de la Humanidad: violencia, pobreza, hambruna, muerte, injusticia, analfabetismo, deforestación, luchas de poder, corrupción, dominio de los grandes… A ello se suman los desastres naturales: terremotos, sequías, ciclones… Es una cultura de muerte, donde la vida trata de abrirse paso, pero cuesta mucho conseguirlo. Esto ha hecho que los haitianos sean gente muy resiliente, acostumbrados a sufrir, a luchar, a caer y a levantarse una y mil veces, a recomenzar de cero. Admirables. Amantes de su tierra y de su historia, de la fiesta y la música, artistas en todas las facetas del arte… Se puede decir que el Estado no existe. Solo hay un Primer Ministro y el gobierno, que… no hacen lo que pueden y deberían. El pueblo está abandonado a sí mismo y al poder de las bandas armadas: unas 200, que roban, secuestran, incendian, extorsionan, matan… ante la impotencia de una policía sin medios y escasa en número. El panorama es desolador. El pueblo resiste por su grande fe y confianza en ‘Papa Bondye’, el único capaz de salvarnos. Emociona verlos rezar, cantar… en las celebraciones litúrgicas y en todo momento en la Iglesia y en sus casas.
Lo que nosotras hacemos es sobre todo acompañar al pueblo, estar… No es fácil porque las bandas armadas nos impiden, muchas veces, hasta salir de casa, pero la prudencia se impone, aunque sea contra nuestra voluntad. Tampoco podemos aceptar voluntarios/as extranjeros para no ponerlos en peligro. Lo que hacemos en concreto es: un taller de pies y piernas ortopédicas para gente amputada, financiado por Manos Unidas; un grupo de 70 niños y 10 voluntarios todas las tardes, para refuerzo escolar y comida diaria; un grupo de 24 mujeres; residencia para 6 jóvenes estudiantes universitarias; pastoral de jóvenes; clases de español e inglés para varios grupos (los haitianos estudian muchas lenguas); visitas a la cárcel de menores… Muy poco para lo que este país necesita… Nosotras somos 3: una compañera de Pakistán, otra de Perú y yo.
Rezad por este pueblo. Lo necesitamos. Y gracias por lo que hacéis por los misioneros ad gentes y por Jesucristo y su Iglesia. Que la alegría de la Resurrección inunde nuestros corazones”.