Ser testigos: la evangelización del corazón
- On 23 de marzo de 2023
OMPRESS-ROMA (23-03-23) El Papa Francisco continuaba ayer, en la audiencia general del miércoles, con las catequesis sobre la pasión por la evangelización, centrándose en la primera forma de esta evangelización, que no es otra que el dar testimonio, la coherencia entre lo que se cree, lo que se anuncia y lo que se vive.
Para hablar de este aspecto de la misión, el Papa echaba mano de la “carta magna” de la evangelización en el mundo contemporáneo: la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi de san Pablo VI, que, aunque es de 1975, “es como si hubiera sido escrita ayer”. En ella se afirmaba que la evangelización “no es transmitir una ideología o una ‘doctrina’ sobre Dios, no. Es transmitir a Dios que se hace vida en mí”. Y esto es el dar testimonio, pero el testimonio, advertía el Papa Francisco, “no puede prescindir de la coherencia entre lo que se cree y lo que se anuncia y lo que se vive”. Cada cristiano está llamado “a responder a tres preguntas fundamentales, así formuladas por Pablo VI: ¿Creéis verdaderamente en lo que anunciáis? ¿Vivís lo que creéis? ¿Predicáis verdaderamente lo que vivís?”. Por eso, “el testimonio de una vida cristiana conlleva un camino de santidad”, porque la misma evangelización a su vez hace crecer en santidad a la gente que la realiza”.
Abordaba también el Papa el tema de los destinatarios de la evangelización, que “no son solamente los otros, aquellos que profesan otros credos o que no los profesan, sino también nosotros mismos, creyentes en Cristo y miembros activos del Pueblo de Dios”. Cada día, hay que acoger la palabra de Dios y cambiar de vida, y “así se hace la evangelización del corazón”. Y es que, señalaba, “si la Iglesia no se evangeliza a sí misma se queda en una pieza de museo. En cambio, lo que la actualiza constantemente es la evangelización de sí misma. Necesita escuchar sin cesar lo que debe creer, las razones de su esperanza, el mandamiento nuevo del amor”, necesita “oír proclamar las obras de Dios”.
La Iglesia así, completamente dirigida a Dios, es “partícipe de su proyecto de salvación para la humanidad”, y es una Iglesia que “teje relaciones fraternas, que genera espacios de encuentro, aplicando buenas prácticas de hospitalidad, de acogida, de reconocimiento e integración del otro y de la alteridad, y que cuida de la casa común que es la creación”. Una Iglesias que dialoga con el mundo contemporáneo y, cada día, se encuentra y dialoga con el Señor, “y deja entrar al Espíritu Santo que es el protagonista de la evangelización”.