San Patricio: de esclavo a patrón de Irlanda
- On 17 de marzo de 2023
La vida de san Patricio está rodeada de leyendas, pero lo cierto es que el gran misionero de Irlanda tiene una historia de lo más curiosa. Siendo jovencito fue esclavo de un señor irlandés y, aunque consiguió escaparse, unos años después regresó al país para vivir entre la gente que le había hecho daño y mostrarles el amor de Dios. Fue un misionerísimo tan superlativo que se convirtió en el gran misionero de Irlanda y abrió el camino para que también los irlandeses fueran luego grandes misioneros.
Patricio vivía en la Gran Bretaña romana cuando unos guerreros le capturaron y le llevaron a Irlanda. Fue esclavo de un señor que le obligaba a cuidar sus ovejas. Imagínate, con 16 años, separado de sus padres y caminando solo por bosques y montañas, con la única compañía de sus ovejas. Bueno, en realidad no estaba solo: su compañero todo ese tiempo fue Jesús, con el que hablaba tanto que el propio Patricio dejó escrito, en una especie de diario que llamó “Confesión”, que podía rezar ¡hasta 100 oraciones al día! Jesús, que era el único que podía escucharle en esos momentos, se convirtió en su gran amigo. Hiciera frío, nevara, tuviera que entrar en el bosque o subir las montañas, él y sus ovejitas se sentían seguros con Jesús.
Un día soñó que Dios le ordenaba dejar Irlanda yendo a la costa, donde había un barco preparado por llevarle de nuevo a su país. Primero los marineros se negaron, pero Patricio rezó y finalmente los convenció. Sus padres se llevaron una alegría enorme cuando le vieron de nuevo junto a ellos. Estuvo un tiempo con su familia y después buscó de nuevo la soledad, porque en Irlanda había descubierto que a Dios le gustaba hablar en el silencio. Durante 30 años Patricio se dedicó sólo a la oración y el estudio de la Biblia, hasta que en otro sueño sintió que los irlandeses le pedían que volviera a vivir entre ellos. Se ordenó sacerdote y el papa Celestino le nombró obispo y le envío a evangelizar Irlanda.
Quizá te sorprenda pensar que un lugar que en el mapa está bastante cercano a nosotros fuera territorio de misión, pero en aquella época era así. La misión que el Papa le pedía era dificilísima. Allí estaban el pueblo celta y los sacerdotes druidas, que eran paganos y no dudaban en utilizar la magia para engañar a la gente. En una ocasión, celebraron una ceremonia del fuego sagrado, y Patricio se atrevió a desafiarles con su propia hoguera santa, que no pudieron apagar. Así, consiguió que el rey le diera plenos poderes para predicar. Esto le dio una buena idea: si lograba que los reyes se pusieran de su parte, le resultaría más fácil llevar la fe a la gente en todo el país.
Su modo de explicar la fe era muy sencillo y utilizaba elementos de la naturaleza; por ejemplo, con un trébol les hablaba de la Trinidad, un solo Dios en tres personas, como las tres hojas del trébol. Como él había vivido de jovencito entre los irlandeses, conocía muy bien su cultura y sabía cómo hablarles para que le entendieran. Cada vez más personas se convertían al cristianismo escuchándole.
Patricio recorrió toda Irlanda, fundó muchos monasterios y ordenó muchos sacerdotes y obispos que harían de Irlanda uno de los países más católicos del mundo. Al final de sus días, se retiró a una gruta. Nombró sucesor a su discípulo Benigno, que fue el primer irlandés que se había hecho cristiano. Un ángel le avisó de su muerte, y Patricio indicó a sus discípulos que, cuando muriera, pusieran su cuerpo en un carro tirado por bueyes y lo enterraran en el lugar donde se pararan. Esto ocurrió en un sitio llamado Down, donde más tarde se edificó, sobre su tumba, una enorme iglesia, que hoy es la catedral de Downpatrick. ¿Sabías que Irlanda, como su patrón san Patricio, ha sido un gran país misionero? Primero, a través de sus monjes, que evangelizaron Escocia y parte de los pueblos germánicos en Europa; y luego, a través de las familias irlandesas que emigraron a Estados Unidos. De hecho, gracias a ellos, la catedral de Nueva York se llama San Patricio, en honor al patrón de los irlandeses.