Les he dado todo, pero ellos me han dado más
- On 14 de marzo de 2023
OMPRESS-MÁLAGA (14-03-23) La Delegación Diocesana de Misiones de Málaga recoge el testimonio del sacerdote Pedro Luis Rojas Cambelo, durante años misionero en Costa de Marfil y Benín. El mayor regalo que ha recibido del Padre, dice, es haber sido misionero.
“Desde muy pequeño me sentí atraído por la idea de conocer más a Jesús. Todos los años pasaban por nuestra escuela de Martín Chico misioneros que nos contaban historias de la misión, sobre todo de África. En todos ellos se veía una cara de felicidad que me llamaba la atención. Su entusiasmo por seguir a Jesucristo les iluminaba la cara.
Después del paso de uno de estos misioneros, un padre franciscano, les dije a mis padres ‘me quiero ir al seminario, quiero ser misionero’. Yo tenía 9 años. Con esa edad, podéis imaginar la reacción de mis padres… “cuando seas mayor, volveremos a hablar de este tema”.
A los 11 años empecé a trabajar en una carpintería para pagarme unas clases particulares y así poder examinarme por libre del bachillerato en Madrid. Trabajé y estudié durante tres años y a los 14 años, me marché al seminario menor de Madrid. A los 20 años entré en el seminario mayor para hacer mis estudios de Teología. Mi idea de ser misionero, servir a Jesús en los más pobres y en África, seguía en mí y cada vez con más ilusión. En 4º de Teología le pedí al Rector del seminario mayor que me permitiera interrumpir mis estudios para hacer una experiencia en África y así poder discernir y orientar mejor mi vocación. Después de una larga charla y muchos consejos, me dio su bendición y me dijo: ‘por la misma puerta que sales, por la misma podrás entrar si lo necesitas’.
En 1980, me uní a un Instituto Misionero y con ellos realicé mi primera experiencia misionera, dos años en Costa de Marfil (África Occidental). Hoy hace 42 años que pisé, por mi primera vez, tierra africana. Anunciando el Evangelio a los más pobres, a los que no conocen la Buena Noticia. Los Senufo, los Batonu, los Boo, los Gando, son las etnias con las que he vivido y compartido mi vocación misionera y sacerdotal, en Costa de Marfil y Benín respectivamente.
Yo les he dado todo, pero ellos me han dado más. Yo les he llevado el Evangelio y en sus personas he descubierto el verdadero rostro de Jesús. He trabajado siempre en la primera Evangelización. Mi gente venía de sus religiones tradicionales africanas. En un proceso lento y lleno de amor y cariño fueron conociendo a Jesús y su Evangelio, me dieron su nombre para que los apuntara en la lista de catecúmenos diciéndome ‘…quiero seguir a Jesús hasta el fin de mis días’, y así empezaban su conversión.
Empecé la Misión en la región de Kalalé en 1987, apenas dos familias cristianas venidas del sur del país de la nada, ninguna persona autóctona. Ni templo para rezar, ni casa para vivir. Hoy son más de treinta y cinco comunidades de bautizados las que han visto la LUZ. Que siguen dando testimonio de cómo sus vidas han cambiado. ‘La palabra de Jesús es dulce y nos ha abierto los ojos’, dicen a menudo los cristianos Batombu y Boo a aquellos que les critican por seguir ‘la religión de los blancos’.
Doy gracias a Dios en todo momento por haberme dado esta vocación misionera tan grande. Ella ha dado sentido a mi vida, me ha llevado hacia los preferidos de Dios: los humildes, los sencillos. Es el mayor don que he recibido del PADRE. Si tenéis inquietud por la misión no lo dudéis, poneos en las manos del Padre y ¡¡¡adelante!!!”.