San Pablo Miki, una película y un misionero en África
- On 6 de febrero de 2023
OMPRESS-JAPÓN (6-02-23) Hoy la Iglesia celebra a San Pablo Miki y compañeros mártires. Pablo Miki no solo fue el primer mártir nacido en Japón, también fue el primer religioso japonés de la historia, el primer japonés que profesó los votos de pobreza, castidad y obediencia. Forma parte de los “26 mártires japoneses” a los que precisamente se dedicó una de las primeras películas filmadas en Japón, con ese mismo título, realizada por Tomiyasu Ikeda en 1931. La película cuenta la esencia de la historia de estos mártires. El Shogun Toyotomi Hideyoshi expulsa a los misioneros de Japón y se intensifica la persecución, que terminará con la crucifixión en Nagasaki de veinte japoneses y seis misioneros extranjeros en 1597.
Pablo había nacido en Kioto en 1556, según parece, en el seno de una familia convertida por el mismo San Francisco Javier, que hacia 1550 había pasado dos años en el país. Treinta años después la comunidad cristiana local ya sumaba 200.000 fieles. El pequeño Pablo fue bautizado a la edad de cinco años y enviado a estudiar con los jesuitas, de los que nunca se separaría. Tuvo sus dificultades a la hora de estudiar latín, pero se hace un experto en la religiosidad local lo que lo convierte en un excelente predicador, capaz de debatir con las autoridades budistas. Hizo un viaje a Roma y volvió con un renovado impulso misionero que lo llevaría a recorrer casi todo Japón, predicando y suscitando muchas conversiones. La situación cambiaría con la violenta persecución de Hideyoshi. Pablo fue arrestado y en la prisión formaría el grupo de los 26 mártires con franciscanos, jesuitas y 17 laicos, entre ellos dos niños muy pequeños. Cinco de aquellos detenidos eran españoles. Todos morirán crucificados en la colina de Tateyama, en Nagasaki, el 5 de febrero de 1597. Desde la cruz, Pablo perdonará a sus verdugos y pronunciará un último y apasionado sermón invitando a todos a seguir a Cristo para encontrar la salvación.
Proclamado santo tres siglos después, en 1862, por el Papa Pío IX, su martirio, narrado en un libro, inspirará la obra misionera de un seminarista italiano, un tal Daniel Comboni, hoy San Daniel Comboni.