El Papa Francisco con los seminaristas del “colegio misionero” de Roma
- On 23 de enero de 2023
OMPRESS-ROMA (23-01-23) El Papa Francisco recibía el viernes a la comunidad del Pontificio Colegio de Propaganda Fide con ocasión del IV centenario de su fundación. Un seminario sostenido por las Obras Misionales Pontificias y que forma al clero de los llamados territorios de misión. Este colegio De Propaganda Fide acoge a 155 alumnos de 35 países diferentes, a los que el Papa ha querido animar a ser fieles a su vocación de discípulos-misioneros.
Por eso les ha recordado que, “como alumnos del Colegio Urbano, sois parte del torrente vivo de una rica y antigua tradición que se remonta a 1627, año en que el Papa Urbano VIII decidió fundar en Roma un seminario para la formación del clero para los territorios llamados de misión”. En este año que se celebra precisamente el cuarto centenario de la fundación de la Congregación De Propaganda Fide, el actual Dicasterio para la Evangelización, el Papa les lanzaba la pregunta: “¿cuáles son las características más importantes a cuidar y potenciar durante la formación inicial, para ser verdaderamente discípulos-misioneros cercanos a Dios ya los hermanos y hermanas?”.
La respuesta la daba el mismo en tres rasgos. El primero, “el coraje de ser auténtico”, porque “¡no se necesitan máscaras, queridos hermanos, no se necesitan! Presentémonos ante los demás sin pantallas, por lo que somos, con nuestros límites y contradicciones, superando el miedo a ser juzgados por no corresponder a un modelo ideal, que muchas veces sólo existe en nuestra mente”. Y añadía: “Recordemos que somos misioneros creíbles no por el vestido que llevamos o por las actitudes exteriores, sino por un estilo de sencillez y sinceridad. Esto es transparencia”.
El segundo rasgo es “la capacidad de salir de uno mismo. La vida de fe es un ‘éxodo’ continuo, una salida de nuestros esquemas mentales, del encierro de nuestros miedos, de las pequeñas certezas que nos tranquilizan”. Les explicaba el Papa a los seminaristas que “nuestro mundo y también la Iglesia necesitan testimonios de fraternidad: que así seáis vosotros, de vez en cuando, cuando volváis a vuestras diócesis y países, a menudo marcados por divisiones y conflictos. Y también testigos de la alegría: ‘La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos’ (Evangelii gaudium, 21); la ‘alegría misionera’ que “tiene siempre la dinámica del éxodo y del don” (ibid.); la alegría del regalo”.
El último rasgo que nombraba era “la apertura al diálogo”. “San Juan Pablo II nos enseñó que el diálogo debe ser el estilo propio del misionero (Enc. Redemptoris missio, 55-56). Y Jesús nos lo mostró haciéndose hombre, abrazando los dramas, interrogantes y expectativas de la humanidad doliente en busca de la paz. Queridos hermanos, el mundo necesita diálogo, necesita paz. Y necesita hombres y mujeres que den testimonio de ello”. Por eso, “no tengáis miedo de seguirlo hasta el final, yendo contra la corriente y compartiendo a Jesús, comunicando la fe que él os ha dado”.