La solidaridad que alimenta la esperanza de los pobres
- On 10 de enero de 2023
OMPRESS-MÉXICO (10-01-23) La hermana Humbelina del Caño de Prado, Misionera Dominica del Rosario, desde hace tres años está en San Cristóbal del Las Casas, en el Estado mexicano de Chiapas, desde allí comparte una triste historia que ha vivido esta Navidad.
“El 23 de diciembre en la mañana leíamos en el evangelio de Lucas el relato del nacimiento de Juan el Bautista, algunos de los vecinos se sorprenden que sea la madre la que impone el nombre al niño y le preguntan al padre. Zacarías escribe en una tablilla: ‘Juan es su nombre’ y desaparece su mudez. Ante estos hechos algunos se preguntan, ¿qué será de este niño? En nuestra reflexión repetíamos la pregunta ante tantos niños y niñas que nacen en situaciones de abandono, pobreza, violencia… ¿Qué será de este niño?, ¿qué será de esta niña?
La respuesta vino poco después al salir a la calle y encontrarme con dos amigas/vecinas, que me informan del drama que la tarde anterior había pasado. Dos niños muertos de uno y dos años por el humo del carbón mientras la mamá cocinaba, lavaba…, no importa en qué estaba. Qué respuesta tan cruel a la pregunta que el evangelista Lucas hacia esta mañana. No se trataba de Juan, eran los niños Carlos que no había cumplido el año y María Guadalupe de dos años.
Acompañando a estas amigas/vecinas vi a los niños que parecían dormir tranquilamente…, así lo creyó su mamá. Es la muerte que llega antes de tiempo en condiciones infrahumanas. Mamá de 19 años viviendo en una habitación alquilada de 3 x 3 metros, sin ningún tipo de ventilación y compartiendo este espacio con su hermana gemela, madre de una niña de 9 meses.
¿Qué había en la habitación? Una cama grande semidesnuda, los dos ataúdes con la niña y el niño, una cocina y un cilindro de gas vacío… No vi más cosas. La abuela adoptiva de los niños nos cuenta: que la mamá vio que los niños dormían y ella cocinaba con carbón porque se le había terminado el gas, al rato se da cuenta que no respiraban…
La mañana del 24 quisimos acompañar un momento antes del entierro, pero ¿cuál fue nuestra sorpresa? Le acompañaban un puñito de personas, no llegaban ni a 15, así que seguimos nuestro recorrido tras el carro fúnebre, en ese momento me salieron las lágrimas de impotencia ante situaciones como ésta. Mamá y niños víctimas de la codicia, de un sistema injusto, de la irresponsabilidad de padres que abandonan a mujeres con sus hijos, de familias que no han podido dar formación a sus hijas, de una cadena de violencias institucionalizada…
En medio de esta situación hubo mucha solidaridad, la misma noche se movieron algunas mujeres para conseguir ropa y ayuda para la joven madre, los responsables de pastoral social acompañaron a la joven madre en sus trámites, una funeraria regaló sus servicios, los trabajadores del cementerio (de sus escasos sueldos) decidieron prepararles una tumba con cemento… y muchos gestos más.
Gracias a esta ayuda podemos decir, en contexto de Navidad, que la luz brilló en medio de la noche, como la estrella de Belén, la solidaridad siempre aparece en medio de tanto deterioro de la vida para seguir alimentando la esperanza de los pobres”.