Pauline Jaricot y la Vigilia de oración de los consagrados
- On 10 de noviembre de 2022
OMPRESS-ALCALÁ (10-11-22) La Vigilia de Oración de la Vida Consagrada con el Domund, fue el último de los actos del «Domund al descubierto» de este pasado mes de octubre, que, a través de diversas actividades, ha buscado llevar a las calles de la provincia eclesiástica de Madrid y sus tres diócesis, esta jornada mundial.
Así, el pasado 28 de octubre, concluyendo el mes misionero, la Catedral-Magistral de Alcalá de Henares acogía esta vigilia. La adoración eucarística estuvo presidida por el administrador apostólico de la diócesis complutense, Mons. Jesús Vidal Chamorro. Junto a él, y alrededor de Jesús Eucaristía, los consagrados de vida activa, tanto femenina como masculina, de la diócesis de Alcalá se reunieron para orar por las misiones y los misioneros, sabiendo que las religiosas de clausura de Alcalá también se unirían a su oración. En el corazón de todos resonaba una petición: «Envía, Señor, trabajadores a tu mies» (Lc 10, 2). En efecto, según los datos registrados en Obras Misionales Pontificias, los misioneros españoles ascienden a 10.382. Más del 80% de ellos pertenecen a la vida consagrada. Son muchos. España es el país del mundo con más misioneros todavía en activo. Pero la edad media de nuestros misioneros supera los 75 años. Son fieles, pero necesitan relevo. Por eso hay que suplicar: «Envía, Señor, trabajadores a tu mies».
La vigilia de oración giró en torno a la vocación de la beata Pauline Jaricot, fundadora de la «Obra de la Propagación de la Fe», asociación que puso en marcha ese movimiento de colaboración con las misiones que hoy conocemos como Domund y que ha cumplido este año su segundo centenario de existencia. El momento histórico vivido por Pauline no fue más fácil que el nuestro. En la Francia del siglo XIX, la Iglesia emergía de la grave persecución de la Revolución Francesa. Durante el período napoleónico (1804-1815), las Misiones Extranjeras de París solo pudieron enviar a Extremo Oriente dos misioneros. Pauline tenía solo diecinueve años, pero se descubrió «hecha para amar y obrar», y permitió al Espíritu Santo guiarla para la puesta en marcha de un verdadero movimiento misionero que, año tras año, continua danto preciosos frutos al servicio de la evangelización.
Pauline Jaricot hizo vida lo que el Papa Francisco escribió en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de este año que «cada cristiano está llamado a ser misionero y testigo de Cristo». Y si eso se dice de cada cristiano, de un modo especial debemos vivirlo cada consagrado.