María Teresa Romo, una vida en la misión, entre África y América
- On 3 de junio de 2022
OMPRESS-MADRID (3-06-22) Este sábado a las 17:00h se podrá escuchar en Radio María, en el programa Raíces, dedicado a la realidad de tantos inmigrantes, a las Misioneras Combonianas, que celebran sus 150 años, ellas mismas emigrantes por la misión, con cuatro hermanas que hablarán desde tres continentes. Una oportunidad para conocer a estas mujeres entregadas a la misión.
El testimonio de María Teresa Romo, Misionera Comboniana, natural de Ciudad Rodrigo, que ha vivido la misión en varios países que ella misma recorre en este testimonio:
“La mayor alegría como Misionera Comboniana ha sido la de haber podido compartir mi fe, mi ser y mi saber en los diferentes países donde he sido enviada a través de los diferentes ministerios.
Uganda: mi primer amor misionero y donde renové mi bautismo a través del sí a esa nueva cultura, a ese nuevo pueblo que me acogía como un miembro más de su familia. Me entregué por entero en el campo de la salud, en el Hospital de Kalongo; viví experiencias que no hay palabras para explicar, el sufrimiento por la guerra y por la destrucción de un pueblo era muy fuerte y doloroso. Pero también viví muchos momentos de gran alegría, de paz, de serenidad, de vida plena. Una de las experiencias más fuertes que viví fue mi primera Noche Buena, me tocó vivir en plenitud la venida del Hijo de Dios; el nacimiento de Jesús lo palpé plenamente en los tantos nacimientos, en los tantos niños y niñas que nacieron a la vida en aquella noche, ayudando a esas madres a traer a sus hijos a una nueva vida.
Brasil: un mundo sin igual, una realidad muy diferente a la de Uganda, si bien el pueblo brasileño en aquellos tiempos tenía más africanos que nativos. Brasil era una riqueza de culturas, de razas y colores, también de riqueza material, pero con la diferencia de que ésta era para unos pocos. Viví el gran desafío de la persecución a la Iglesia, por parte de los señores feudales (fasendeiros o marajás), estas realidades no achicaban a la Iglesia, ni tampoco a las comunidades Eclesiales de Base, ¡todo lo contrario! El caminar de la Iglesia se hacía más y más fuerte a todos los niveles; la formación de líderes a todos los niveles hacia que nuestras comunidades Eclesiales de Base se fortalecieran más y más. Mi última experiencia en Brasil fue en la gran ciudad de Sao Paulo donde realicé dos grandes y hermosas experiencias: trabajé con niños enfermos de SIDA ejerciendo como enfermera y en dos grandes Favelas (Suburbios) dando clases de alfabetización, preparación a los sacramentos y otros.
Sudán del Sur: mi primera misión fue en un campo de refugiados, donde se asentaban 22.000 familias, la situación era muy precaria, había mucho dolor y sufrimiento porque la mayoría de las familias, o parte de ellas, quedaron atrapadas en su pueblo natal de Raya debido a los bombardeos. El motivo principal de esta situación se debía a la guerra entre Sudan del Norte y Sudan del Sur; hermanos, contra hermanos. La causa de esta guerra de 28 años era el Oro negro (Petróleo). ¿Qué hacer en esta situación? ¿Cómo hablar de Dios en medio de tanto dolor y sufrimiento? Nuestra misión era sobre todo saber estar, saber escuchar, hacerles sentir arropados y queridos. Mi trabajo principal era curar a los enfermos, tratar sus heridas físicas, morales y espirituales, estas últimas a través de la escucha.
Ecuador: durante nueve años trabajé en la Provincia de Esmeraldas (la perla verde del Ecuador) en el Vicariato junto a Mons. Eugenio Arellano Fernández, quien me asignó el ministerio de la Pastoral Educativa. Un hermoso trabajo junto a profesores, padres de familia y alumnos. Nueve años donados en plenitud y alegría.
México: cuatro años de diferentes experiencias, todas ellas interesantes, pero la más importante para mí ha sido la Animación Misionera y la pastoral Vocacional.
El camino de la vida misionera es complicado, pero el paisaje es bellísimo. Vivimos sólo una vez, pero merece la pena de veras dar la vida por Él y por su reino”.