OMPRESS-ARGELIA (20-05-22) Con motivo de la canonización de Charles de Foucauld, Mons. Claude Rault, obispo emérito de Laghouat-Ghardaia, donde está Tamanrasset, el lugar donde vivió sus últimos años el “hermano universal”, ha vuelto a este lugar buscando lo que queda de su huella en esta zona del Sáhara argelino. Hoy en día, los emigrantes del África subsahariana se detienen allí en su viaje migratorio hacia la esperanza. Este es el relato, escrito antes del 15 de mayo, día de su canonización, que ha compartido con las Obras Misionales Pontificias de Francia:

“Se puede hacer la pregunta: ¿qué queda de las huellas de Charles de Foucauld, en Tamanrasset? Fue en esta localidad del gran sur de Argelia donde dio su vida la tarde del 1 de diciembre de 1916, después de haber vivido allí durante diez años entre los tuaregs. Durante su vida no pudo dejar una continuidad espiritual alguna en el lugar, y no fue hasta finales de la década de 1930 cuando aparecieron las primeras fundaciones que hacían referencia a él. Dos de ellas siguen dejando su discreta huella en este lugar que en su momento apenas reunía a una veintena de familias; y que ahora tiene una población den 150.000 personas.

En Tamanrasset dejó dos obras destacadas, como muestra de su apego a esta localidad de Hoggar: su diccionario Tuareg en cuatro volúmenes y un bordj (lugar rodeado de una cerca) monumental aún visible para los transeúntes. Pero la huella más viva son los miembros de dos ramas de la gran familia espiritual que suscitó: la Fraternidad de los Hermanitos de Jesús y la de las Hermanitas del Sagrado Corazón. Los Hermanitos también aseguran una presencia permanente en la Ermita de Assekrem, a unos 70 km de distancia, en las montañas. En una vasta meseta desértica, su vida se desarrolla bajo el signo de la oración, la presencia y la hospitalidad para turistas, peregrinos y lugareños. En un barrio de la ciudad, los Hermanos viven a la manera del ‘Hermano Carlos’: una existencia ‘tras las huellas de Jesús en Nazaret’, una vida de cercanía a la población y de compartir la humilde vida cotidiana. La Fraternidad de las Hermanitas, bastante pequeña, vive entre la acogida de los emigrantes, y el servicio y acogida de las mujeres del barrio. Después de varios meses de espera, por fin ha llegado un sacerdote vinculado a la Fraternidad Sacerdotal ‘Jesús Caritas’. A cargo de la pequeña parroquia, asegura la Eucaristía y la hospitalidad. Estos son dos ejes principales que animaron la vida cotidiana del hermano Carlos.

La pequeña comunidad cristiana es muy modesta, pero viva, formada por las dos Fraternidades y algunas personas que emigran del África subsahariana. Llegaron a este lugar después de una travesía del desierto difícil, a veces muy peligrosa, y llevan sus marcas. Su sueño es continuar esta travesía hacia Europa, sin temer los peligros del mar donde tantos de ellos dejan su vida. Siempre me ha impresionado la asombrosa fe de estas personas que a menudo revivían la mía. Sus cantos me recordaron los de sus antepasados sometidos a la esclavitud en las tierras de América: salmos de súplica, alabanza y esperanza. Su regreso es imposible: se han endeudado por la travesía, y los suyos esperan a cambio el sustento necesario para su vida cotidiana en países marcados por la precariedad climática, la economía precaria e incluso la inseguridad por la guerra. Su objetivo es llegar hasta el final pase lo que pase. Sometidos a menudo a contrabandistas sin escrúpulos, volverán a salir a la carretera a pesar de los nuevos peligros que les esperan. Su etapa en Tamanrasset es a menudo para estos cristianos en camino una etapa beneficiosa para rehacer sus fuerzas y su fe, al menos para quienes conocen este lugar de consuelo y amistad fraterna.

Por supuesto, la figura y la vida de Charles de Foucauld les son desconocidas. Lo descubren a través de esta frágil comunidad marcada por el espíritu de este hombre de Dios que vino a compartir la vida de una población musulmana de la que quería convertirse en ‘hermano universal’. Para su sorpresa, será canonizado el 15 de mayo en Roma, e imagino su protesta. Pero lo buscó: ¿por qué entonces insistía en llevar una vida de riesgo por el Evangelio?”.