La labor de una diócesis en medio de la sequía catastrófica de Madagascar

  • On 25 de noviembre de 2021

OMPRESS-MADAGASCAR (25-11-21) En vista de la sequía persistente que ha azota sobre todo el sur de Madagascar, Mons. Marie Fabien Raharilamboniaina, obispo de Morondava, ha advertido que la situación catastrófica para los desplazados internos en su país va a empeorar aún más. “Las personas que huyen de la sequía viven en las condiciones más adversas. Sufren la falta de acceso a agua, a la educación y a la sanidad”, declaraba a Missio München, las Obras Misionales Pontificias en Alemania, que están ayudando a su diócesis en diversos proyectos.

Se estima que más del 90 por ciento de la población de Madagascar vive por debajo del umbral de pobreza. Y ahora tras cinco años consecutivos sin apenas lluvia, el sur del país está experimentando la peor sequía en cuatro décadas. Mons. Raharilamboniaina habla de unas 30.000 personas que han huido del sur a la región de Morondava, su diócesis, situada en el suroeste de la gran isla. Este flujo de personas que se ha agudizado en las últimas semanas, les lleva a asentarse en la selva. Según el obispo de Morondava, esto está llevando a la quema de más espacios de selva para plantaciones que les permitan sobrevivir: “Esto ha provocado grandes conflictos con la población local, que los ve como ladrones y destructores de la selva”. En los últimos diez años, la superficie de selva de la zona se ha reducido en dos tercios.

El impacto sobre el medio ambiente es enorme. El obispo explica que la capa freática, el nivel de agua bajo tierra, ha descendido dos metros en dos años, lo que es “una señal de la situación de desertización en nuestra región. “En algunas aldeas y asentamientos”, explica el obispo de Morondava, “la gente tiene que caminar de dos a tres kilómetros para encontrar agua para beber, por lo que no hay forma de criar ganado o cultivar hortalizas”.

A falta de ayudas estatales que alivien esta situación, ha sido la misma diócesis de Morondava la que, el año pasado, construía un canal de más de 40 kilómetros de longitud. Un proyecto que ha permitido que se rieguen 9.000 hectáreas de tierra cultivable. También se han excavado dos pozos con una profundidad de 160 metros para regar. Ahora la diócesis está planificando medidas de reforestación y plantación y se compromete a garantizar que los inmigrantes puedan quedarse. Todo ello mientas sigue construyendo y llevando adelante escuelas, jardines de infancia y centros de salud.

 

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