Las OMP al lado de las religiosas en Asia: Misioneras de la Encarnación de Guwahati
- On 2 de julio de 2021
OMPRESS-INDIA (2-07-21) La labor de estas religiosas en la India ha seguido los consejos de su fundadora, la madre Carla Borgheri: “A veces se necesita muy poco para aliviar a los que sufren, una palabra dicha en el momento justo, un gesto de caridad”. Estos pequeños actos y, otros más grandes, los llevan haciendo las Misioneras de la Encarnación desde 1971, cuando llegaron las primeras religiosas y entraron en la congregación las primeras seis novicias indias. Desde entonces, poco a poco, han ido abriendo casas, impulsando la educación, la atención sanitaria y el cuidado de los más pequeños.
Las Obras Misionales Pontificias están ayudándolas este año a que tengan un hogar donde vivir en Simalguri, una ciudad del Estado de Assam, en el extremo más oriental de la India. Las hermanas llevan ya tres años trabajando allí, involucradas en la educación de niños y jóvenes, en la atención de la salud y las actividades pastorales de la Parroquia de Simalguri y de las aldeas adyacentes. Literalmente, las cinco religiosas que forman esta comunidad no tienen donde reclinar la cabeza, y han estado viviendo en una clase de la escuela que atienden. Las Obras Misionales Pontificias les han enviado 30.000 dólares para comenzar la construcción de la que será su casa.
Las diversas diócesis de la India donde se han establecido las Misioneras de la Encarnación agradecen su labor. Mons. Joseph Kureethara, que fue el primer obispo indio que las llamó a colaborar en la evangelización de su diócesis, Cochín, en el extremo sur de la India, decía que han sido “sombra fresca a tantos afligidos que sufrían desde la cuna hasta la muerte”. Las hermanas prestan servicios a través de diversas actividades apostólicas que van desde la pastoral parroquial, visitas a hogares y hospitales hasta apoyo matrimonial y familiar. Llevan adelante proyectos de ayuda a la infancia, la juventud y las personas ancianas. Dirigen escuelas para personas con problemas de audición, pobres y sin dinero. Como reconocía Mons. Kureehara, dondequiera que se establecen las misioneras, “su presencia es una bendición para la gente”.