Felices Pascuas desde Indonesia, en medio de la desolación de las inundaciones

Felices Pascuas desde Indonesia, en medio de la desolación de las inundaciones

  • On 21 de abril de 2021

OMPRESS-INDONESIA (21-04-21) La comunidad de hermanas de la Obra Misionera de Jesús y de María de Kupang en la parte de la isla de Timor escribe para felicitar la Pascua y también contar cómo han vivido las terribles inundaciones que en plena Pascua afectaron a toda la zona. Son las misioneras Soraya Jabares, María Concepción Fernández, María Ángeles Gallego y Laura García.

“Desde Kupang, en la isla de Timor, en Indonesia, les agradecemos su felicitación Pascual al tiempo que les enviamos la nuestra esperando que todos se encuentren bien a todos los niveles, de modo especial libres del Covid que tanto está preocupando y dando qué hablar. No les hemos respondido antes porque la resurrección del Señor nos sorprendió con algo inesperado y fuera de lo que hubiésemos imaginado. No se nos apareció el Señor Resucitado en persona, ni mucho menos, sino un ciclón tremendo que arrasó con lo que quiso. La noche del 4 al 5 fue inolvidable para nosotras.

La noche era negra, negra, ‘renegra’, pues inmediatamente hubo apagón en toda la ciudad. El aire y la lluvia golpeaban la casa con gran fuerza, hasta que incluso conseguía abrir las ventanas. Nos reunimos toda la comunidad en un aula que tenemos en la planta baja y que está más resguardada, pues cuando eran poco más de las 11 de la noche se cayó el techo de una parte de la planta de arriba. Rezamos el rosario a la Virgen pidiendo su protección, mientras varias velaban en las puertas para achicar el agua que se colaba por debajo. Rezamos, pues ante esta impotencia, ¿quién si no nos fortalece, sino el Señor? La oscuridad impone mucho; aunque pensándolo bien, fue mejor no haber visto cómo evolucionaba el ciclón, pues sólo cuando empezó a amanecer (que parecía que no iba a ser nunca) comenzamos a ver los destrozos que había hecho: el jardín y la huerta estaban arrasadas, se veían restos de techos falsos y tejados por aquí y por allá, de los platanales y los arboles de papayas fueron pocos los que quedaron en pie, también pudo con algún árbol grande y a todos les cambió el look, les cambió la melena de lado, pues las ramas estaban todas de un lado, incluso árboles bien fuertes. Cuando se serenó el temporal, sobre las diez u once de la mañana, y pudimos salir, ya vimos con mucha pena cómo había levantado el tejado especialmente en cuatro zonas. En la capilla había bastante agua, como para entrar hay que salir al exterior, no habíamos podido verla. Dejó inservible el armarito de la megafonía, le caía el chorro de agua justo encima y estaba el aparato lleno de agua. Milagrosamente, después de 10 días, se ha secado y funciona de nuevo. Ojalá. En el oratorio también se cayó un trozo de techo, y en dos partes más de la casa, pues corría el agua por las paredes, incluso por una del comedor que queda en el piso de abajo, atravesó dos pisos. Por dos de las escaleras caía el agua como si fuera una cascada. El techo del dormitorio de las aspirantes parecía que lo habían batido a balazos, está lleno de agujeros, y claro, los colchones, mojados. En el garaje rompió dos cristales de los tragaluces.

La fachada de la guardería la dejó adornada de hojas trituradas pegadas, así como el patio interno. Dentro salió alguna gotera, pero sin mucha importancia. El susto fue al ver la sala de los bebes. Una chapa del tejado del vecino (pues los tejados aquí son chapas, como uralitas de zinc) salió volando, cortó un platanal y un árbol de papayas y se estampó contra dos cristales de dos ventanas que salieron volando al otro lado de la sala; y en el aula de abajo, manaba el agua del suelo. Pero después de todo, podemos cantar: Aleluya, gracias, Señor, porque todas estamos bien. Hemos estado una semana completa sin luz y prácticamente sin teléfono, ni internet.

En la calle todavía hay mucho tendido eléctrico por el suelo, aun no han podido llegar a abastecer toda la ciudad. La peor parte se la han llevado los pueblos. Hay gente que se ha quedado sin nada. El sábado recopilamos ropa, comida, sandalias y jabones para mandar a esas zonas. El domingo, junto con religiosas de otra comunidad cocinamos 500 raciones de comida y fueron a repartir a una de estas zonas. Ahora estamos preparando de nuevo cosas para poder llevarles y esta semana se hará, Dios mediante, un nuevo reparto. Que no es nada, para las dimensiones de las necesidades, pero granito a granito, se hace el granero.

Esta ha sido nuestra Pascua 2021. Que ya había sido muy diferente porque era la primera vez en 10 años que llevamos en esta casa que tenemos los oficios en casa. Esto debido a esta pandemia que se está haciendo interminable. Pues llevamos con la guardería y preescolar cerrados desde marzo del 2020, más de un año”.

 

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