El misionero salesiano Emmanuel Niyoyitungira, de Burundi a Siberia

  • On 16 de septiembre de 2020

OMPRESS-YAKUTSK (16-09-20) La comunidad salesiana en Yakutsk, en la Rusia siberiana, cuenta entre sus miembros a Emmanuel, cuya vocación salesiana le ha llevado al otro lado del mundo en todos los sentidos. El mismo cuenta su vocación: “Tengo 33 años y vengo de Burundi. Soy el mayor de siete hermanos. Soy un misionero salesiano en Yakutsk, en Siberia. Mi vocación misionera se remonta a la infancia, mucho antes de ingresar al seminario menor, pero no pude expresar mi deseo a ningún sacerdote del seminario porque, al ser un seminario diocesano, había menos posibilidades para este impulso misionero. Un día fui a visitar a un amigo en Rukago, una parroquia salesiana. Participamos en la Eucaristía y después de la Misa, el padre Rémy Nsengiyumva, sacerdote salesiano de la parroquia, vino a saludarnos y nos hizo algunas preguntas. Este gesto de bondad salesiana me marcó y decidí ser salesiano, y misionero”.

El 25 de septiembre de 2017, Emmanuel recibió, junto a otros 148 misioneras y misioneros, la cruz misionera de manos del Rector Mayor de los salesianos, en el envío misionero que se realizó aquel día en Turín. Su destino era la Siberia rusa. Como explica Emmanuel lo desafíos que ha encontrado allí son de tres tipos: climáticos, porque “no es fácil adaptarse a condiciones climáticas de -50 grados cuando en mi país de origen la temperatura mínima es de 20 grados. En nuestra comunidad, dependemos mucho de las condiciones climáticas. También están los desafíos culturales. “cada uno de nosotros tiene su propia cultura. Tuve grandes dificultades para integrar mi cultura en la cultura de mi país de misión (hábitos, mentalidad y sentimientos) debido a las dificultades de un nuevo idioma, una nueva dieta, etc.”. Y luego están los desafíos pastorales.

Emmanuel agradece a su congregación por haberle ayudado “a lograr mis sueños. Hoy estoy feliz porque soy misionero de los jóvenes, de la Congregación y de la Iglesia”. Su gran alegría “es participar en la evangelización, alabar a Dios con los demás”. Por eso aconseja a los jóvenes, especialmente a los jóvenes salesianos que sientan la vocación misionera, que se tomen su tiempo para comprender lo que significa “ser misionero” hoy, siguiendo su vocación salesiana.

 

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