Con los emigrantes centroamericanos en la frontera de México
- On 27 de enero de 2020
OMPRESS-GUATEMALA (27-01-20) Una nueva caravana de emigrantes centroamericanos, en su mayoría hondureños, quedaba atrapada la semana pasada en la frontera entre Guatemala y el Estado mexicano de Chiapas. Para encontrar vías alternativas de entrada a México, están atravesando el departamento de Petén, para a través da la selva, entrar por el Estado de Tabasco. La agencia Sir ha hablado con el padre Giampiero De Nardi, un misionero salesiano italiano en la zona que explicaba que “es una afluencia extraordinaria. Muchos prestamos servicio en la casa local del emigrante en el municipio de Santa Elena. La estructura tiene una capacidad de aproximadamente 50 personas y tuvo que hacer frente a la llegada de 300 migrantes. Estamos haciendo todo lo posible para garantizarles una cama y una comida caliente”. Cuando se les acabó la comida, un contenedor llegado a la misión desde Canadá, que estaba destinado a otro fin, lo han tenido que dedicar a esta emergencia humanitaria”.
Como explican desde la Agencia de Noticias Salesiana, la misión salesiana de San Benito Petén se puso en marcha a finales de 2011 para atender a los jóvenes en riesgo en el territorio del vicariato del mismo nombre. Es una obra misionera que vive cada día la opción preferencial por los más pobres y promueve múltiples actividades de promoción social, educación y evangelización. Pero a veces, como en este caso, los que corren más riesgo se convierten en aquellos que por necesidad abandonan lo poco que tienen para buscar un futuro mejor para ellos y sus familias.
No es una coincidencia que en los últimos días monseñor Jaime Calderón, Obispo de Tapachula, en el Estado de Chiapas y cerca de la frontera con Guatemala, hizo un llamamiento a los sacerdotes, religiosos y laicos tras la noticia de una nueva caravana de miles de migrantes hondureños que se dirigían a Estados Unidos: “Todos los que forman parte de esta familia diocesana, – explicaba el obispo – cada uno según sus posibilidades y responsabilidades, deben asegurar que a estos nuestros hermanos migrantes no les falte un pedazo de pan, no sean violados o agredidos al pasar por nuestra diócesis, no reciban expresiones de rechazo. Dios recompensará el esfuerzo de todos por verlos, oírlos y tratarlos como hermanos. Así como nos gustaría que nuestros compatriotas que viven de manera irregular Estados Unidos fueran tratados de la mejor manera”.