La historia de Jovita Vásquez: cuando evangelizar es cuidar la riqueza de los pueblos indígenas
- On 19 de diciembre de 2019
OMPRESS-PERÚ (19-12-19) La Universidad Católica Sedes Sapientiae (UCSS), de la localidad peruana de La Atalaya, utilizaba hace unos días su cuenta de Facebook para comunicar que Jovita Vásquez Balarezo había obtenido, este pasado 16 de diciembre, la calificación “cum laude” en la presentación de su tesis para obtener el grado de Maestra en Doctrina Social. Lo que hace única esta noticia es que es la primera tesis defendida en el mundo en lengua shipibo.
Jovita nació en la comunidad nativa Fernando Stall, en la quebrada Sahuaya, en el Alto Ucayali, vicariato apostólico de San Ramón. Cuando comenzó su educación primaria, quien acabaría siendo la primera profesora universitaria de su pueblo indígena, tuvo problemas porque sus profesoras eran hispanohablantes. Trabajando, estudiando, con dedicación, sacó adelante su formación y se sumó al proyecto de la Universidad Católica Sedes Sapientiae – Nopoki, una verdadera universidad para los pueblos originarios de esta zona de Amazonia, en la que la carrera de educación intercultural bilingüe se imparte en seis lenguas originarias. Nopoki, en la lengua de la zona significa “estoy aquí”, y gracias al impulso del vicariato apostólico y de su obispo, el misionero franciscano esloveno Gerardo Zerdin, está ayudando a que la cultura indígena no sólo se conserve sino que avance hacia el futuro.
Como explicaba la misma Jovita en una entrevista para la Red Eclesial Panamazónica: “Monseñor Gerardo, para los pueblos de la Amazonía que estamos en esta zona es una persona de gran corazón, que ha dado su vida por nosotros y, al darla, no ha pensado en que nos quedásemos estáticos. Él siempre ha querido que nosotros, como pueblo y como cultura, creciéramos”. Y añadía que lo que hace una institución como Nopoki “es rescatar nuevamente y apoyarnos para que nos identifiquemos con nuestras culturas, para seguir difundiéndolas. Con todo esto que estamos viviendo, vamos creciendo juntos, todas las culturas. Nos hemos dado cuenta de que siendo diferentes también somos iguales ante Dios, tenemos los mismos derechos pero con nuestras particularidades culturales”. “Monseñor Gerardo ha sido una persona que ha ayudado a que el sueño de muchos jóvenes, y en particular el mío, se hagan realidad. Porque cuando uno tiene estudios tiene la libertad de
decidir bien, de aportar a su pueblo con buenas intenciones y de tomar decisiones para el bien de nuestra gente”.
“Mi orgullo”, reconocía Jovita, “es ser un ejemplo para mis sobrinas y que mis padres estén contentos y valoren el trabajo que hago. Es un gran compromiso, no sólo con mis familiares que se acercan, sino para toda mi comunidad y mi pueblo shipibo”.