Meditación sobre la Reina de las Misiones en la novena de la Milagrosa

Meditación sobre la Reina de las Misiones en la novena de la Milagrosa

  • On 26 de noviembre de 2019

OMPRESS-MADRID (26-11-19) Mañana miércoles, 27 de noviembre, se celebra la solemnidad de la Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa. Como preparación a la fiesta de su titular, la Parroquia Basílica de la Milagrosa de Madrid (c/ de García de Paredes, 45) ha acogido la celebración de la tradicional novena. Desde el pasado 19 de noviembre, cada día a las 18:00h ha tenido lugar el rezo del Rosario meditado y las oraciones la novena y a las 19:00h la Eucaristía. El lema de la novena de este año es “María, corazón misionero, estrella de la Evangelización”, y cada día se ha ido meditando en distintas letanías marianas.

La letanía, que hoy, último día de la novena, se meditará, es “Reina de las Misiones”, con la intervención del director nacional de las Obras Misionales Pontificias en España, José María Calderón. La advocación “Reina de las Misiones” está muy unida a la devoción a la Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa.

La medalla tiene su origen en la aparición de la Virgen a Santa Catalina Laburé, Hija de la Caridad, el 27 de noviembre de 1830, en París, en la Rue du Bac. La acuñación de esta imagen fue una petición de la misma Madre de Dios. En 1832, dos años después, se acuñaban las primeras medallas. En ellas la Virgen aparecía con los brazos extendidos hacia abajo, aunque Santa Catalina expresó en varias ocasiones que, al inicio de la aparición, la Virgen “con sus manos sostenía un globo de oro, con una pequeña cruz encima, que representaba al mundo”. Por lo que pidió que en las medallas siguientes apareciera así, con el mundo en sus manos. Esta imagen fue la que popularizó, ya en el siglo XX, la Congregación para la Propagación de la Fe, como “reina de las misiones”.

Esta advocación fue usada por primera vez en un texto oficial de la Iglesia por el Papa Juan XXIII, en la encíclica Princeps Pastorum, en 1959 dedicada al apostolado misionero, en la que invocaba sobre las misiones la asistencia de sus patronos y mártires “y muy especialmente la intercesión de María Santísima, amorosa Madre de todos nosotros y Reina de las Misiones”.

 

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