Consuelo Cuadrado, misionera en Mali: No tengamos miedo de testimoniar nuestra fe
- On 18 de julio de 2019
OMPRESS-MALI (18-07-19) La misionera Consuela Cuadrado, religiosa de las Hermanas del Santo Ángel, escribe desde Mali a su diócesis de Palencia, recordando lo que ha sido para ella ser “bautizada y enviada”, como dice el lema del Mes Misionero Extraordinario del próximo octubre:
“¿Cómo surgió mi vocación? Desde niña sentía una gran admiración por los misioneros. Vivía las fiestas de Misión de una manera muy especial y me decía ‘yo seré misionera’. Idea que guarde siempre. Después del noviciado y unos años más tarde, la Congregación me propuso ir a África, concretamente al Mali, y sin mucho pensarlo y con alegría acepté y después de un año aprendiendo el francés, me fui para el Mali. Era el uno de julio de 1967. Ya 50 años de misión en Mali.
A mi llegada encontré un mundo por descubrir. El pueblo que fue mi primer puesto, era gente sencilla, acogedora, trabajadora y muy honrada. Pueblo religioso, guardando su tradición y costumbres. Hacía pocos años que los misioneros habían llegado y en 1959 llegaban las Hermanas del Ángel de la Guarda. Nuestra misión fue la formación de catequistas que serían los misioneros de sus pueblos. Poco a poco la Buena Nueva del Evangelio se iba extendiendo. Allí pasé 27 años visitando y acompañando las comunidades que iban naciendo. A ello se unía un centro de formación para la mujer y un internado.
Nuestros días transcurren con normalidad. Nuestra primera tarea es el encuentro con el Señor. Ahora en Bamako, la capital, nuestra misión la realizamos en un centro de Salud y un centro de Formación para la mujer. En la parroquia colaboramos en catequesis de niños y también adultos que, durante cuatro años, se preparan para el Bautismo y los otros Sacramentos. Acompañamos grupos de jóvenes que se encuentran regularmente para seguir profundizando en su fe cristiana.
Los malienses me han enseñado la paciencia, la cercanía, el compartir, la acogida, la alegría, a vivir feliz con muy poco… He vivido y vivo momentos difíciles. En los años 70 ver cómo los pueblos quedaban vacíos. La gran sequía y, con ella, el hambre viéndose obligados a buscar otros lugares. Hoy el dolor de la inseguridad, las luchas entre etnias, el terrorismo con todo lo que trae de muerte, dolor y desplazamientos. También vivimos el gozo de ver casi nacer una Iglesia que va creciendo a pesar de vivir en un país con una gran mayoría musulmana. Los católicos no llegamos a ser el 3% de la población, pero viven su fe sin miedos. La Iglesia tiene su influencia en la sociedad y es escuchada. También el poder trabajar conjuntamente buscando solo el bien, sobre todo de los más pobres.
Quiero decir que todos somos misioneros, bautizados y enviados a ser testigos, estemos donde estemos, del Amor de Dios a cada uno de nosotros. No tengamos miedo de vivir y testimoniar nuestra FE en medio de la sociedad en la que vivimos. No temáis nos dice Jesús, Yo estaré siempre con vosotros”.